¡El día del festival había llegado! Estaba con papá preparando la mesa de jueces, era simple, nuestra mesa del comedor con unas flores como adorno porque... adoraba cómo quedaban las flores en cualquier lugar. Los habitantes de pueblo Esperanza estaban bastante animados por lo que pude observar, hasta Jacob pensó en participar luego de que se lo rogara, bueno, siendo sincera prácticamente lo obligué.
Pero no tenía nada de malo, podía gustarle.
Todavía sus padres no habían llegado, todos ellos venían en dos horas aproximadamente y lo mejor de todo era que ninguno de los chicos lo sabía, no tenían ni la menor idea de que verían a su familia, me daba mucha emoción de solo pensarlo. No podía esperar para ver qué reacción tendrían ¿Felicidad? ¿Asombro? ¿O tal vez tristeza?
Terminé de colocar la última flor y miré la mesa orgullosa de mi trabajo.
—El huerto está preparado —comentó el señor Mario.
Papá asintió y se dirigió hacia él para terminar los preparativos. Ambos eran los encargados del festival, contando a mama ambiente, se notaban ajetreados y pendientes de cada detalle, que todo saliera bien.
—Emily, ¿nerviosa? —Axel se acercó a donde me encontraba. Negué con la cabeza—. ¡Yo sí! ¿Qué sucede si ocurre un accidente? —dijo dramático, con una mano en el pecho.
Rodé los ojos riendo porque ya estaba empezando con sus imaginaciones raras, a veces Damián y él podían llegar a parecerse mucho en ese aspecto, se comportaban como niños. Aunque, yo tampoco negaba que solía ser igual.
—¿Cómo podría ocurrir un accidente? Son vegetales, no cuchillos —respondí con obviedad, sacudiendo mi mano.
—No lo sé... ¿Y si llego a tropezar? —inquirió, haciendo un puchero y jugó con un mechón de su cabello.
Ese chico, se preocupaba demasiado por cosas sencillas. Reí por su comentario, de verdad que me causó gracia la expresión de susto que tenía plasmada en la cara.
Todavía me sentía un poco extraña con su presencia al recordar el casi beso que tuvimos, pero solo tenía que respirar para calmar mis sentidos y hacer como si no hubiese pasado nada. Axel me ayudaba bastante ya que no volvió a mencionar el tema en ningún momento.
—Estarás bien —coloqué una mano en su hombro, aportando confianza y seguridad.
El rubor de siempre llegó a sus mejillas, se tornaron rosadas como si se tratara de maquillaje, era sorprendente en cierto punto, lo hacía ver como un chico tímido. ¿Por qué se ruborizaba? ¿Acaso le daba vergüenza? A veces no entendía lo que pasaba por su cabeza. Y estaba segura que no serviría de nada preguntarle.
—¡Emily!
Mamá me llamó a lo lejos, dejé a mi compañero Axel para ir con ella y saber lo que quería, me despedí con un saludo de manos porque luego volvería a verlo. Al llegar, ella me tomó de la muñeca para guiarme dentro de una casa que quedaba cerca, si no me equivocaba era la del señor Mario.
Mis ojos se dirigieron hacia la sala en donde estaban varias personas que no reconocí, seis en total, tanto hombres como mujeres y llevaban unos atuendos formales comparado con lo mío y el de mamá, que nos hacía ver como humildes campesinas.
En cambio; ellos estaban bien vestidos y olían rico, como si un perfume agradable envolviera el ambiente.
¿Acaso...?
Me puse a pensar mejor en que yo convivía con tres chicos y todos ellos tenían madres y padres, lo que quería decir que ¡Eran ellos! Pero ¿Cómo? ¿Por qué muy rápido? No habían pasado dos horas ¡No estaba completamente preparada para lo que sea que me preguntaran! Más bien; tenía nervios por no ser suficiente.
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Emily y compañía [COMPLETA]
Teen FictionTres chicos mimados se enfrentan a un reto inesperado: vivir en un pueblo pobre durante un tiempo para corregir su comportamiento. Allí tendrán que aprender a valorar lo que realmente importa en la vida: la humildad, la amistad y el amor. Pero no to...