Capítulo 20

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—¿Quién quiere empezar? —comentó Fiona esperando respuesta.

Estábamos todos reunidos alrededor de la fogata dispuestos a contar historias únicamente de terror porque así era la dinámica que preparó la profesora. Yo no era buena para ello, haría lo posible para no levantar la mano e involucrarme tanto porque preferiría pasar. Estaba en medio de Damián y Axel, sentados en el frío césped del terreno.

La penumbra de la noche hacía más terrorífico el ambiente, como si cualquier ente maligno pudiera saltar de repente hacia nosotros, atravesando los frondosos árboles del bosque que daban un aspecto tétrico. No era como si tuviera miedo, o bueno tal vez un poco, lo que me hacía querer correr y abrazarme a mí misma era mi alrededor, el sonido de los búhos cantando entre la profunda maleza, ni en sueños me atrevería a ir a orinar sola, no me importaría hacerme pis encima con tal de no adentrarme al bosque.

Por suerte todo el pánico que sentía era aliviado con la presencia de los demás, hasta los niños parecían tener más fortaleza mental que yo, aunque sabían que se vendrían historias aterradoras para no dormir.

Una oleada de viento me golpeó, sobre todo hizo mover mi cabello hacia un lado en específico, provocando que chocara con el rostro de Damián que estaba justo en esa ubicación. Me disculpé con una leve risa piadosa, no fue mi intención, aún así recogí mi larga cabellera para atarla en una trenza.

—¡Yo! —exclamó Axel entusiasmado.

—Adelante, cuéntanos tu mejor historia —dictaminó Fiona, sonriente, cruzando las piernas.

—Se cagarán del miedo —tosió para proseguir—. Era una noche de diciembre cuando una pequeña niña decidió salir de casa sola, ella tan solo tenía siete años en aquél momento.

»Logró perderse en el oscuro y frío bosque, justo como el que nos rodea, era igual de denso, igual de escalofriante. Como si una criatura asechara en las sombras. Asustada, la pequeña corría y corría con lágrimas en sus ojos mientras pedía ayuda hasta que pudo divisar una silueta a lo lejos, lo primero que se le ocurrió fue ir hasta esa persona creyendo que podría ser salvada, como estaba muy pequeña,  confiaba rápido en cualquiera. Al llegar a él, un grito desgarrador salió de la niña al observar el rostro de ese hombre completamente desfigurado y con un solo ojo que sobresalía de su cuenca. Después de esa noche, los padres de la niña la buscaron por años sin encontrar rastro, jamás se supo de ella, como si hubiese desaparecido de la faz de la tierra. Fin —se cruzó de brazos satisfecho.

En su cara tenía plasmada una expresión de ego porque sorprendió a los más pequeños, tanto así que los niños no pudieron evitar aplaudir al mismo tiempo que por sus bocas salía la letra "o" por lo a gusto que estaban con la historia de Axel.

¿Se suponía que diera miedo?

Bufé para acto seguido bostezar, pensé que sería más aterrador, que el ambiente le daría un toque de película, pero no fue como esperaba, por lo que agradecí que Axel no me arruinara el sueño.

El único que pareció asustado fue Damián porque se aferró con fuerza a mi brazo, no lo culpaba pues él me había dicho que ese tipo de cosas le daban mucho miedo, pobrecito, se hubiese ido a dormir. Axel también hizo lo mismo que Damián, se apegó en mi brazo izquierdo. ¿Tenía miedo? ¿O simplemente le molestaba que Damián lo hiciera y él no? ¿O quería fastidiarme?

A veces no lo comprendía, mucho menos por como había estado actuando en los últimos días. Se interesaba en mí y luego hacía como si nada, por no olvidar el pico que me dio de repente, en serio, el muy descarado me robó mi primer beso y todavía actuaba como si todo estuviera bien.

En parte me enojaba.

Pero yo no tenía ningún derecho a reclamarle algo tan pequeño como un besito, que seguro no significó nada para él, mucho menos para mí. O eso quería hacerle creer a mi corazón, cuando en el fondo si me afectaba.

Emily y compañía [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora