—¡Tierra llamando a Emily! —Damián logró sacarme de mis pensamientos, estaba con él y Jacob en la habitación, lista para dormir.
Pero no podía dejar de pensar en el beso con Axel porque se sintió diferente, como si de alguna manera se hubiese confesado indirectamente, no lo volví a ver el resto del día desde que huyó de mí. ¿Qué sucedería si le dijera a Damián lo ocurrido? Sería una pésima idea porque también me había besado con él y me gustaban ambos.
Me hacía tanta falta Camila, estaba segura que en ese punto ya le podía contar toda mi desgracia en cuanto a mi situación amorosa, era un desastre total, necesitaba consejos de alguien más. Abracé la almohada y rodé mi cuerpo de lado a lado buscando una respuesta para la gran pregunta que se formaba en mi cabeza. ¿Tenía que confesarme ante ellos?
¡Ah, no, no, no podía ser posible! ¿De verdad? ¿En qué carajos pensaba al siquiera querer hacerlo? Es que ya no aguantaba la frustración por tener que callar mis sentimientos, por muy malos y egoístas que fueran, tenía que intentarlo para saber si fallaba o no... Lo más probable era que todo saliera del culo por querer una relación con los tres.
No entendía a mi corazón, es que empecé a dudar en sí debía decirles cómo me sentía, tenía ganas de llorar por la impotencia y querer desahogarme con ellos dos...
—¡Deja de andar en las nubes, te estamos hablando! —exclamó Jacob con molestia—. ¿Acaso se te declararon hoy o algo por el estilo? Porque estás muy extraña, como si hubieses visto un fantasma —preguntó en tono de fastidio, empezaba a dudar en si era brujo.
No sabía cómo mierda le hacía para atinarle en las cosas que me sucedían, por más que le mintiera de que no era así. Él tenía una especie de don desde mi punto de vista, solo que no se lo había hecho saber.
—¿Te sucede algo? Puedes confiar en mí, sabes que somos amigos. Te ayudaré en lo que pueda —Damián me regaló una sonrisa motivadora, se sentó a mi lado, colocando su mano en mi hombro.
Era reconfortante de cierta forma porque significaba que siempre estaría para mí, él era el más comprensivo, hasta pensé en contarle lo que me pasaba porque algo dentro de mí me decía que Damián no me iba a juzgar por muy loco que sonara mi caso.
—¡Yo también existo! —habló Jacob desde su lugar, se cruzó de brazos inclinando ambas cejas, estaba molesto.
—No es nada, tranquilo —sentí un cosquilleo en el estómago al pensarlo.
—¿Muy segura? De verdad, te noto diferente, Jacob tiene razón —cuestionó con un puchero.
Asentí sin ánimos, pero intenté no demostrar que no quería hablar del tema. ¡No me gustaba mentirle a Damián! Él era tan bueno conmigo como si fuera especial. Pero tampoco podía decirle...
—Se hace tarde, creo que es el sueño que me tiene mal, no pude dormir mucho anoche —confesé.
—Vale, te voy a creer por ahora —respondió más tranquilo.
—Es obvio que está mintiendo, como siempre —refutó Jacob desde su lugar, cubriéndose con la sábana.
—Déjala, Jacob, a veces es difícil compartir lo que nos sucede —replicó Damián a la defensiva—. Tranquila, lo mejor será dormir ¿Sí? —me tomó de las manos con sutileza.
Asentí, era como un príncipe sacado de un cuento de hadas, el más tierno y adorable de todos, me encantaba ese lado de él, me hacía sentir protegida.
Me acomodé en la cama con la esperanza de conciliar el sueño, aunque por más que quisiera, no lo lograba. Los minutos pasaban y yo no paraba de moverme de un lado a otro buscando la posición perfecta. Me giré en dirección a Damián el cual me estaba dando la espalda, supuse que estaba dormido porque había pasado como media hora y ninguno volvió a hablar.
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Emily y compañía [COMPLETA]
Teen FictionTres chicos mimados se enfrentan a un reto inesperado: vivir en un pueblo pobre durante un tiempo para corregir su comportamiento. Allí tendrán que aprender a valorar lo que realmente importa en la vida: la humildad, la amistad y el amor. Pero no to...