—¿Está abandonado? —interrogó Axel, sorprendido al mirar el parque de diversiones abandonado.
Habíamos llegado, literal, quedaba al otro extremo del pueblo, casi llegando a la carretera que guiaba a la ciudad, por lo que tuvimos que caminar un buen rato.
—Básicamente, sí —me rasqué la nuca.
Sus ojos inspeccionaron el lugar como si estuviera intrigado. En ningún momento le había dicho que todo estaba en mal estado, es que había sido lo primero que pasó por mi mente, llevarlo al parque, aunque la mayoría de las atracciones no funcionara. Entramos por la pequeña y desgastada puerta de óxido, me manché los dedos cuando la empujé para abrirla.
—¿Desde cuándo? —cuestionó. Adentrándose, mirando el carrusel arrugando la nariz.
Era figuras de caballos, habían algunos que no tenían cabeza, pero aún así estaban utilizable, o sea; nos podíamos montar en ellos sin mucho problema, solo que estaba muy sucio, hasta podía jurar que tenía gusanos. ¿Cuándo fue la última vez que fui?
—Hace años, no estoy segura —se sienta en una mesa, limpió el polvo que tenía e hizo un gesto de querer vomitar—. El carrusel aún sirve, solo debo mover algunos cables -dije, me miró con una pizca de esperanza.
—Ya veo a qué te referías con "gratis" —hizo énfasis en la palabra, haciendo un gesto de entre comillas con las manos—. ¿Solo eso sirve?
Estaba empezando a sentir vergüenza por no poder ofrecerle algo en buen estado, seguro él había visitado parques de diversiones muchísimo mejores y con total funcionalidad. No sé en qué estaba pensando cuando ese premio vino a mi mente.
—También la rueda de la fortuna, aunque hay muchas probabilidades de que se atasque —respondí pensativa. Axel no se veía muy animado.
Quién lo estaría al estar en un parque que ni siquiera servía, me sentí culpable por engañarlo, no debí mencionar ninguna compensación si iba a ser todo un fiasco. Suspiré decepcionada de mi persona, él me observó, pareció tener una idea por la expresión de su rostro, como si una chispa hubiese brotado encima de su cabeza y chasqueó los dedos.
—Vamos al carrusel —proclamó y se levantó, tomó mi mano para guiarme.
Caminamos hasta llegar a nuestro destino, caballos y ponis así tipo coloridas, como si fueran sacadas de una caricatura tipo my little pony, también había un gato gigante en donde cabían dos personas, aunque estaba sin orejas y sucio, lo que debía ser de color blanco casi llegaba a marrón oscuro por todo el polvo y las cochinadas acumuladas en el, ya sea mierda de pájaro, etc. Su mano aún sujetaba la mía, dirigí mi vista hacia otro lado ignorando ese hecho para no ponerme nerviosa por el contacto.
—Voy a encenderlo —comenté soltándome de su agarre.
Ya lo había hecho antes, cuando iba con algunos chicos del pueblo, aunque la última vez fue hace como un dos años atrás, no recordaba exactamente. Pero sí que sabía cómo funcionaba el sistema de cableado y el mecanismo para que encendiera, esta rogándole al cielo que todavía tuviera corriente.
Junté unos cables provocando que hiciera un corto varias veces, nada peligroso y que no haya hecho antes, más bien, era una buena señal porque significaba que estaba cargado, es decir; llegaba la electricidad. El carrusel empezó a moverse con lentitud, sonreí victoriosa. Moví un poco los cables para que la velocidad de rotación aumentara y no pareciera un caracol. Eso hizo. Axel se subió al gato gigante, me hizo señas para que me uniera a él.
Mientras estuve jugueteando con el sistema de cableado, él había aprovechado de pasarle un trapo al asiento de nosotros, para que al menos pudiéramos sentarnos sin llenarnos de mugre la ropa.
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Emily y compañía [COMPLETA]
Teen FictionTres chicos mimados se enfrentan a un reto inesperado: vivir en un pueblo pobre durante un tiempo para corregir su comportamiento. Allí tendrán que aprender a valorar lo que realmente importa en la vida: la humildad, la amistad y el amor. Pero no to...