Algunos personajes son de mi creación y varias cosas que han sucedido en la historia las he cambiado por otras.
ven a descubrir las historias de vikingos que tienen que luchar contra sus propios sentimientos y ayudar a una medio cristiana ha llegar...
AST: ¿Porqué debería estarlo?. -miro a su esposo que la contempla como si fuera un gran tesoro y poniéndose las botas, se levanta de la cama fue hasta ella que se encuentra de espaldas mirando por una ventana que da al exterior-
HAR: En un par de días volverás a ver a tú querida Lagertha.
AST: Voy a ver a las chicas.
HAR: No sabía que os llevabais bien.
AST: Volveré enseguida.
Se da la vuelta dejando de mirar por aquella ventana que da a la libertad, lo que más anhela, le da un abrazo a su ahora esposo y no se percato de que le ha cogido un machete y se lo guarda en el vestido bien escondido para que nadie lo vea.
HAR: Regresa enseguida.
Aila
HV:¿ Todo bien?.
-Voy a ir a cazar, ¿quieres venir?.
Le miro terminándose de vestir, le he dejado sobre la cama sus armas, mientras yo me recojo el pelo en una discreta y bonita trenza.
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-¿Nos vamos?.
Guarda la espada mientras me mira sonriéndome, salimos de la choza y caminamos hasta el bosque el único lugar tranquilo y muy silencioso. No nos dijimos ni una palabra, estamos muy atentos por si nos encontramos algún animal que podamos cazar.
-¿Sabes el motivo?.
No responde a mí pregunta va delante mía, observo el entorno donde nos encontramos y creí escuchar un sonido, pero no era nada solo me he equivocado. Me acerco hasta él pongo mi mano sobre su hombro llamando su atención, se gira para mirarme y sin decirle nada lo beso, pero él se aparta enseguida.
-Aún piensas en ella, verdad...aún...¿la amas?.
HV:Hemos venido ha cazar, no a...
De pronto él chico sintió como un objeto le da muy fuerte en el estomago lo que hizo que se cayera de espaldas al césped, quedo mirando al cielo, pero la vista fue interrumpida por la cara de un desconocido con ropajes extrañas. No le dio tiempo a atacarle, ya que su esposa puso en la cabeza de aquel hombre su hacha; me levantó enseguida poniéndome al lado de mi esposa mirando al hombre que me ataco por sorpresa.
-¿Quién eres?.
No responde vimos que deja caer su espada en la hierba, cae de rodillas y suplico que lo matemos aquí mismo, al ver a ese hombre tan grande llorando como un niño pequeño bajo el brazo donde tengo el hacha.
