Capítulo 4

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Una vez comenzó la clase y entró la profesora, tres chicos la siguieron corriendo antes de que cerrase la puerta, consiguiendo con suerte entrar, aunque no para la de Jungkook. 

Una vez todos sentados y ya recriminados los tres jóvenes que habían llegado muy justos de tiempo, la profesora comenzó a pasar lista.

Perfecto pensó Jungkook así seguro que nadie nota mi presencia rodó los ojos.

La profesora fue diciendo nombres hasta que llegó al suyo.

-Jeon Jungkook. - Nombró.

-Presente. - Respondió el pelinegro.

-¿Tú eres el nuevo estudiante no? - Incriminó la mujer de pie, es cierto que no se le pasaba ninguna tal y como le habían dicho los tres hyungs al chico.

-Sí. - Respondió cortante Jungkook.

En ese momento a parte de a toda la clase interrogándole con la mirada, ya tenía a sus tres compañeros los cuales se habían sentado tres filas por delante de él, mirándole con tres sonrisas en sus diabólicas caras.

La clase fue impartida por la profesora tal como había dicho Namjoon, DEMASIADO intensa, y para Jungkook lo fue aún más, quien sabía que los ojos del trío calavera se posaban muy de vez en cuando sobre él, haciéndosele cada minuto más lento de lo que debía ser.

La clase acabó y Jungkook se dispuso a salir, cuando tres pares de brazos lo detuvieron, tal y como él esperaba. 

Lo sentaron en la silla más cercana y Tae se puso en frente de él, con la silla dada la vuelta haciendo que pareciese aún mas amenazante con su actitud.

-Vaya, vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? - Dijo Jimin mientras Tae le sonreía y clavaba sus ojos en los del pelinegro.

-Pero si es el chico nuevo. - Contestó Hoseok agachándose para estar a la altura de la silla mientras el peligris alzaba una ceja.

-¿Cómo estás compañero? No sabía que compartíamos clases. - Sonrió el líder. - Vamos a pasarlo muy pero que muy bien.

A Jungkook le hervía la sangre, quería levantarse y tirar las mesas que tenía alrededor con los cuerpos de esos tres idiotas que no sabían bien con quien estaban hablando. 

Pero se contuvo, se dijo a sí mismo de nuevo que no era ese Jungkook, no al menos dentro del colegio, así que simplemente bajó la mirada y se mordió la lengua. Tenía que hacerlo por él.

-¿Que le pasa a nuestro amigo? ¿Le ha comido la lengua el gato? - Rió Hoseok.

-Parece ser que sí Hobi, el otro día la tenía muy larga. Igual deberíamos hacerle hablar, ¿no crees Tae? - Dijo el rubio.

-¿Qué te ha pasado Jeon? ¿Dónde están esas agallas que tanto te sobraban el otro día guapo?- Le dijo Tae mientras le agarraba del mentón para subirle la cara y que le mirase directamente a los ojos. - ¿Hoy no eres tan valiente o es que no tienes a tu nuevo guardián Seokjin para que cuide de ti?

A Taehyung no se le borraba la sonrisa de la cara, estaba disfrutando de aquello como nadie, mientras a Jungkook le iba a explotar la cara de impotencia y tenía la mandíbula tan apretada que podían verse sus facciones adquiriendo un color blanquecino. 

Taehyung lo notó y deslizó sus poderosas manos desde la barbilla (la cual tenía firmemente agarrad) hasta sus mandíbulas, pasando cada uno de sus dedos por la suave piel del pelinegro. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Jungkook sin saber muy bien qué era lo que lo estaba causando.

-¿Qué te tiene tan enfadado Kookie? - Siguió provocándole el peligris.

-No me llames así. - Contestó rabioso Jungkook.

A Jin se lo permitía, pero a aquel imbécil no.

- No me puedes decir qué es lo que puedo o no hacer.- Se aceró aún más a la cara del nuevo mientras sonreía con superioridad y mientras su mano seguía recorriendo las facciones del segundo, quien apartó la cara inmediatamente.

- ¿Quién te crees Jeon Jungkook? ¿Para llegar aquí y desafiarme a mí de cualquier manera? - Volvió a agarrarle la cara.

Los otros dos contemplaban el espectáculo disfrutando de cómo su amigo hacía sufrir al chico nuevo; mientras que Jungkook apretaba los puños con tanta fuerza como rabia sentía dentro de su cuerpo el cuál estaba a punto de explotar.

- ¿Qué queréis? - Dijo cortante el menor sin saber cuánto más aguantaría conteniéndose.

- Que sepas quién manda aquí. - Dijo Jimin.

- Que no se te ocurra volver a buscar problemas con gente como nosotros. - Completó Hoseok.

- Que respetes a quien manda en este colegio. - Sonrió Tae mientras liberó la cara de Jungkook de su agarre.

Jungkook susurró por lo bajo algo que ninguno de los tres entendió, pero que le hizo ganarse un pisotón en su pie izquierdo que dolió mucho más de lo que debía, sobre todo en su orgullo, pues él nunca se había dejado pegar sin defenderse. Por un momento tuvo ganas de vomitar al un recuerdo doloroso cruzarse por su mente, él agarrado sin poder hacer nada.

- Si quieres decir algo, dilo, nadie te lo impide bonito. - Dijo Hoseok

- Y dilo bien alto, para que esta vez si que te escuchamos. - Se acercó Jimin amenazante.

- ¿Nada? - Esperó Tae a que el pelinegro les diese bola y les dijese algo. - ¿No tienes nada que decir? - Taehyung estaba confuso, esperaba aquella respuesta del otro día por parte del pelinegro. Aquel atrevimiento que le cautivó desde el primer instante, hacía mucho que nadie se atrevía a enfrentarse a él.

Le miró inquisitivamente, como queriendo averiguar que es lo que pasaba por la mente del chico de pelo negro que en nada se parecía al que conoció al otro día cuando le tiró el refresco encima.

- Nos vamos. - Ordenó Tae, a lo que los otros dos respondieron con quejas sin entender porque su amigo cortaba tan pronto la diversión.

- Pero...

- He dicho que nos vamos. - Reiteró el peligris.

Los tres salieron dejando a Jungkook en la silla con las uñas clavadas en sus manos tratando de relajarse, pero antes de que sus voces dejasen de oírse, Tae volvió y le echó un última mirada llena de intriga y curiosidad a ese misterioso chico nuevo.

Una vez acabada esta odiosa situación, Jungkook salió del aula en parte orgulloso de no haberse dejado llevar por su vena impulsiva, y en parte asqueado de sí mismo por haberse dejado pisotear así.

Se dio cuenta de que la siguiente clase ya había empezado, y como lo último que quería era intentar entrar en una clase y que no le dejasen, decidió darse unas vueltas por la parte del colegio que todavía desconocía. 

Anduvo y anduvo tratando de relajarse cuando de repente llegó a un lugar que la mujer de administración debió de haberse olvidado de explicarle.

Era una sala de música, una increíble y amplia estancia con dos espejos cubriendo dos de sus paredes. Jungkook no lo dudó y entró, sabiendo que esa sala estaba ahí para que él la reventase con sus pasos de baile. 

Conectó su teléfono al equipo de música de la estancia después de cerrar la puerta y se colocó en posición.

La música empezó a sonar a todo volumen resonando en cada pared de la sala haciendo que el sonido se incrementase con cada compás, inundando la mente de Jungkook y haciéndole olvidar cada preocupación, cada recuerdo que le torturaba. 

Y bailó, como si no hubiese un mañana, bailó dejándose la vida con cada paso que daba; con cada movimiento que hacía, todos tan perfectos y sincronizados, sacaba toda esa fuerza que había retenido horas antes. 

Toda ese atrevimiento y potencia de la que estaba cargado su cuerpo explotó con cada giro que daba y así se mantuvo durante media hora hasta que se dio cuenta de que aun le quedaba una clase.

Cuando la música paró, el cuerpo de Jungkook cayó rendido al suelo sin poder más, se tumbó boca arriba exhausto dejando sus músculos enfriarse con el suelo. Tras ello recuperó la respiración, salió de la sala, y se prometió a sí mismo volver cada día que pudiese. 

"Sería su secreto"

BLACK FIRE • TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora