Capítulo 55

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Pasaron una semana en la que, dado al estado poco óptimo de Jungkook y Hwan, no pudieron marcharse. Debían de reposar en el centro privado hasta que los médicos considerasen que estaban suficientemente estables como para abandonar el lugar.

Al menos les dejaron compartir habitación y pasaban mucho tiempo juntos en los que los chicos y las panteras venían a visitarles de continuo. Hasta el señor Choi apareció por allí un par de veces para darles recuerdos y llevarles algún que otro detalle.

A pesar de todo lo horrible que había ocurrido aquel día, de haber cometido varios asesinatos y de haber sufrido como mártires, lo único que les importaba en esos momentos era Jin. Todos iban a visitarle de continuo esperando que algún día despertase o que cuando abriesen su puerta encontrasen aquellos ojos abiertos.

Pero las noches pasaban y la situación se mantenía igual.

Igual de preocupante.

Igual de triste.

Igual de asfixiante.

Por las noches Hwan y Jungkook se metían juntos en la misma cama para poder transmitirse uno al otro el cariño de la gente a la que no dejaban quedarse a dormir. Hwan llenaba el espacio de Tae y Jungkook el de Jin. Y ambos se complementaban el uno al otro sintiendo un tercer cuerpo junto al suyo. Tal y como había sido siempre. Tal y como cuando Hwan se adentraba corriendo en su habitación y se metía entre los dos chicos en llamas.

Había dormido tantas veces juntos y siempre había habido cierra atracción por parte de ambos. Siempre había existido ese "quiero pero no puedo". Ese ojalá pudiese tocarte de otra manera. Pero ahora eran tan solo ellos dos, Jungkook y Hwan, dos amigos que se habían convertido en hermanos tras múltiples vivencias juntos.

Múltiples veces se despertaban ambos con pesadillas sacudiendo su mente y su cuerpo y siempre encontraban cobijo en los brazos del otro para sentirse un poco más seguros. Para recordar que no estaban solos y que estaban protegidos y completos mientras se tuviesen el uno al otro.

Jungkook ya se estaba acostumbrando a limpiar las lágrimas del rostro de Hwan. No solo por Jin, si no también por su desafortunada condición, ahora que le faltaba una parte de la pierna. Esa noticia golpeó a la morena igual de duramente que lo había hecho con Jungkook. Había sido igual de impactante para ambos a pesar de que la condición física de Jungkook era casi perfecta.

Pero ambos sabían que significaba eso y todo el dolor que acarreaba. A pesar de que pudiesen poner prótesis para ayudarla a caminar, tardarían más de un año. Pues los procesos de rehabilitación eran lentos y angustiosos además de desesperantes. Pero Jungkook se había prometido ayudarla a seguir adelante, conseguir que volviese a bailar, no permitir que se rindiese nunca. Porque así habría hecho ella con él y ambos lo sabían.

Llegó el fin de semana siguiente y quedaban pocos días para que pudiesen darles el alta. Jungkook y Hwan se encontraban en la sala de Jin. El pelinegro ya había recuperado casi la forma de manera completa pero prefería esperar a que Hwan pudiese salir para que no tuviese que estar sola -sobre todo por las noches-.

Él se dedicaba a cuidar de ella por las mañanas y sacarla a dar paseos en su silla de ruedas y por la tarde solían pasarla bien con los chicos, los panteras, o el señor Jeon y Hye, quien había mejorado mucho mejor de lo que todos creerían y que no acudía a tiempo completo al conservatorio por prescripción medica.

Ambos estaban en la sala de Jin esa mañana. Contándole como había ido la semana y los progresos que estaban haciendo. Como si él pudiese escucharlo. Como si estuviese ahí con ellos y aún pudiese contar uno de sus maravillosos chistes.

- Dijo tu padre que vendrían por la mañana ¿no? - Preguntó la morena.

- Creo que si.

BLACK FIRE • TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora