Jungkook bajó de su moto agotado de aquel día.
Encima de ser su cumpleaños y de no haber visto a Tae durante todo el día porque estaba malo, tenía que volverse pronto a casa para ayudar a su padre con unos asuntos de trabajo.
No le hacía ninguna gracia. No le gustaba tener nada que ver con los negocios de su padre y normalmente no quería ni enterarse. Para colmo su hermana estaba lejos de él y no la permitían salir de la academia. Cumpleaños perfecto. Resopló exhausto.
Pero como hijo obediente que dentro de lo que cabe siempre había sido, decidió colaborar. Según salió del colegio, después de despedirse de sus hyungs se se habían quedado apenados por no poder ir a celebrar con él, se marchó a hacer recados por la ciudad y a recoger unas y otras cosas que su padre le había pedido. Cosas a las que siempre había pretendido alejar de su ya complicada vida.
Su mochila estaba llena de papeles de trabajo de su padre en vez de apuntes de sus estudios. Y encima llevaba casi dos horas de aquí para allá. Otro día de cumpleaños fantástico, pensó el pelinegro. Pero gracias a su rapidez y a algún que otro atajo que había tomado, había logrado llevar a cabo todo lo que su padre le había ordenado en la mitad de tiempo de lo esperado.
Sus cumpleaños por lo general no eran nada fuera de lo normal. Nunca había una gran tarta ni una gran fiesta. Solía pasarlos siempre con sus panteras y eso pretendía hacer de nuevo a la noche. Cuando fueran las 12 se encontraría donde siempre con su grupo.
Aunque esta vez sería diferente, pues no habría ni rastro de Yeong. Y Jungkook era consciente. Y le dolía en lo más profundo de su corazón tener que cumplir años sin su hermano al lado. Ya no habría vuelta en moto a partir de las 12 de la noche para disfrutar de las estrellas, ni las cervezas que solían compartir en la colina más alta de la ciudad. Era su primer cumpleaños sin él. Y dolía, joder que si lo hacía.
Ahora se despertaba sabiendo que Yeong ya no estaba allí para molestarle tirándole de las orejas.
Dejó de soñar despierto y se quitó de la cabeza el casco, desmotivado mientras resoplaba. Anduvo hasta su puerta y le pareció raro no escuchar a Yeepe ladrando como de costumbre pero no le dio más importancia al tema y entró. Estaba demasiado cansado como para ponerse a pensar.
*Pum*
El sonido hueco de un objeto contra la cabeza de Jungkook resonó entre las paredes de la casa. Un grito ahogado desde dentro del salón fue lo último que los oídos de Jungkook pudieron percibir. Después se desplomó en el suelo tras haber perdido el conocimiento por completo.
El cuerpo de Jungkook fue arrastrado hasta el salón y atado a una silla mientras seguía inconsciente.
- Feliz cumpleaños querido Jungkook. - Dijo una voz ronca mientras reía y le acariciaba la cicatriz tan llamativa de su rostro.
El pelinegro comenzó a sentir su cabeza a los 20 minutos. Estaba muy mareado y desorientado. Tardó un rato en poder abrir los ojos y aún cuando lo hizo, no pudo ver nada, pues estaba todo demasiado borroso.
Intentó frotarse los ojos pero sus manos nunca alcanzaron su cara, pues estaban amarradas detrás de la silla en la que estaba sentado. ¿Qué estaba pasando?
Empezó a recobrar el sentido y la nitidez de la visión poco a poco mientras oía un par de voces lejanas discutiendo.
Primero percibió a tres figuras sentadas enfrente suyo pero no conseguía distinguirlas. Seguía muy confundido. Comenzó a observar a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en su salón. Estaba decorado, decorado para él.
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BLACK FIRE • TAEKOOK
FanfictionJungkook ha pasado su vida entera mezclado con las sombras y la oscuridad de la sociedad, siempre atrayendo los problemas como si fuese un imán para el peligro. El chico en llamas que no temia a nada ni a nadie y al que todos respetaban, hasta que u...