Capítulo 39

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Tae conducía distraído con los ojos en la carretera y avanzando por pura inercia. Sus ojos apenas veían algo con tantas lágrimas cubriendo su campo visual.

Si es que soy gilipollas, lo bien que me iba a mi solo follándome a cualquiera.

El Kim Taehyung prepotente y narcisista aparecía a medida crecía su dolor y su rabia. El tigre rabioso iba apoderándose de su persona lentamente.

Llamó a Jimin y lo puso en manos libres.

- ¿Tae? - Una voz cansada y sorprendida sonó al otro lado de la línea.

- ¿Puedo pasar a recogerte ahora?

- Ehhhh... Sí, claro.. - Contestó el otro sin hacer más preguntas. Notaba a su amigo preocupado. – ¿En cuánto?

- Diez minutos.

- A dónde vamos. - Inquirió el mayor de los dos.

- Donde siempre. - Respondió cortante y tras lo cual colgó.

A los diez minutos, Jimin estaba con su clásico outfit esperando bajo su piso a que el coche de Taehyung le recogiese. Bajó la noche apareció el vehículo del peligris con el joven dentro. 

Jimin se subió y miró a la cara a su amigo una vez hubo parado el coche.

El rubio limpio las lagrimas del rostro de su mejor amigo mientras su corazón se hacía pedazos contemplando sus ojos y pudiendo observar dentro de él como si fuera transparente, viendo como los latidos de su corazón estaban muy debilitados.

- ¿Prefieres comer primero?

- Por favor.

Jimin no hizo más preguntas y dejó que el menor condujese hasta su bar preferido. Solían ir allí cuando eran más pequeños y cuando tenían problemas menores, para pasar el rato.

Un bar a las afueras de la cuidad les esperaba abierto y con poca gente, pues aun no era muy tarde.

Entraron en la estancia acogedora e iluminada cálidamente, con mesas de billar, múltiples mesitas y tocadiscos retro. Un hombre salió alegre a saludarlos y enseguida les sirvió unas cervezas.

- ¿Lo de siempre?

- Por favor. - Respondió Jimin mientras la mirada de su amigo seguía perdida.

- Por supuesto. Esta vez invito yo chicos... Hacía mucho que no os veía por aquí.- Propuso amablemente el camarero por tenerlos allí de nuevo.

- Muchísimas gracias, pero no hace falta. - Volvió a hablar el rubio.

- Insisto.

- Esta bien. Muchas gracias. - Hizo una pequeña reverencia antes de que ambos tomasen asiento en una mesa apartada del resto y cercana a la ventana.

Se quedaron en silencio unos minutos hasta que llegó la comida. 

Jimin no hizo preguntas, simplemente observaba a través del cristal aquella oscura y bonita pero triste noche. Esperó a que su amigo acabase de comer, pues sabía que se sentiría mejor y con más fuerzas. Tae siempre era así. Hablaría cuando él sintiese que era necesario. Necesitaba calmarse un rato antes de empezar a soltarlo todo, así que el rubio no hizo ninguna pregunta.

Cuando Tae terminó de cenar sus hamburguesas de doble carne y queso, respiró y captó la atención de su amigo, que llevaba un buen rato perdido en la oscuridad de la noche, imaginando un millón de historias en su mente sobre qué podría haber pasado.

BLACK FIRE • TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora