Capítulo 33

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La puerta se cerró del todo y Hye llenó aquel silencio con su voz y energía habitual.

- QUIEN TIENE HAMBREEEE.

- Vamos a comer anda. - Sonrió Hwan.

La chica se giró a mirar a Jungkook (quien estaba extremadamente serio) y los tres pasaron a la cocina para poner la mesa y sacar la comida que traía la invitada.

- Lo siento... - Dijo cuando la niña ya estaba en su mundo comiendo y viendo unos dibujos que le habían puesto en la tele para que se entretuviese.

- No pasa nada Hwan... Está bien. - Respondió el pelinegro mientras sonreía restándole importancia y aun en su mundo.

Jungkook sabía que la joven no había estropeado aquello queriendo, y que con su mejor intención había traído la comida para que no volviesen a comer macarrones o sopa, que era lo único que sabía hacer él.

- ¿Quién es?

- Es un amigo... - Dijo suspirando.

- Si claro, - Sonrió su amiga. - y yo Chungha.- Bromeó sarcástica.

- Hwan... - Rió Jungkook con un tono de advertencia.

- ¿Qué?- Dijo seria.- A mi no me mientes pequeño.

- Es un amigo del insti.

- Desde cuando has traído a algún amigo a tu casa que no fuésemos Yeong o yo, ¿eh? Ni los pantera. Vamos Jeon... Tus ojos no pueden mentirme.

- Mis ojos no dicen nada. - Respondió tozudo el joven.

La chica se puso en frente de él haciendo que sus rostros estuviesen extremadamente cerca. Jungkook siempre sentía algo raro en el pecho cuando los ojos oscuros de aquella morena se clavaban en los suyos. Como si todos lo sentimientos volviesen a florecer en su interior. Tragó el bolo que tenía en la garganta con dificultad. La muchacha sonrió leyendo aquellas pupilas brillantes.

- Jeon Jungkook nunca admitirá nada, ¿verdad?

El pelinegro sonrió como respuesta.

- No pasa nada pequeño diablo... ya hablarás. Ya hablarás. - Formuló sonriendo.

Estar con ella significaba poder sentirse totalmente cómodo. Cualquier sitio que compartiesen juntos le haría sentir en casa. Su sonrisa, su voz, sus ojos.. Ella al completo. Era hogar para él. Le conocía como nadie lo hacía... Le conocía como solo le había conocido Yeong. Sabía que no podía ocultarle nada por más que quisiese. Le conocía mucho mejor que él mismo.

Comieron agusto y después vieron una peli juntos. La favorita de Hye. Frozen. Aquellas canciones siempre hacían bailar reír y soñar a la pequeña. Sentía que podía quedarse en aquel mundo helado admirando cada cristal y olvidando lo que la rodeaba.

Una vez hubieron descansado, decidieron entre los dos mayores que volverían al centro cultural a bailar. Prepararon a Hye y ellos mismos cogieron ropa adecuada marchando en sus motos a la sala que el señor Choi siempre tenía guardada para ellos. La que siempre había llevado el nombre de los chicos en llamas

Bailaron por horas y horas mejorando la técnica de la pequeña Hye entre risas y nuevas anécdotas. Ambos jóvenes se aseguraban de que la niña mejorase día a día mientras se divertía. Quería llevarla hasta lo más alto porque sabían que tenía las capacidades, pero no querían convertir aquello en una obligación y suplicio para Hye. Tenía que seguir siendo su pasión y nada ni nadie debía estropearlo.

BLACK FIRE • TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora