El cuerpo de la Gran Reina Darla Kapoor fue ataviado con el más bello de sus vestidos y depositado en un ataúd echo de madera de dorado cedro cubierto con un manto de fondo rojo a modo de cortina, con el símbolo del Reino bordado en dorado y negro: un grifo protegiendo una corona.
La llevaron a la basílica en donde el capellán la rocío con los humos del incienso que invocaba los oídos de los cuatro beatos y luego llegaron hasta el camposanto en donde nos encontrábamos nosotros.
Cuatro compañías de cuarenta personas cada una, formábamos dos hileras dobles paralelas a la capilla de descanso, dejando el suficiente espacio entre nosotros para la familia real, los funcionarios y nobles.
De pie en la formación bajo el kalante frio de invierno y nuestro desvelo a flor de piel me tocaba observar la escena fúnebre desde el mejor sitio.
Frente al Descanso de la Gran Reina estaba su tercer hermano, Sebástian Kapoor. Vestía una capa gruesa de un negro destellante y una sombría expresión en el endurecido e inexpresivo rostro. Cuando lo veía a él, parecía que estuviera viendo a la Gran Reina, ambos tenían el aspecto de su madre, el cabello negro azulado y los ojos del color del zafiro, de esos que obtienen en Tierras Doradas.
Junto a él estaba su esposa Lady Dallé de Luos, su hijo el príncipe Leonardo la abrazaba con la cabeza gacha. Al otro lado se encontraba el príncipe Alejandro con los ojos brillosos, su porte no reflejaba tristeza, sino culpa.
"No es culpa suya"
Pensé, deseosa de que me escuchase. Giro la cabeza en mi dirección, pero no tardo mucho antes de volverla, no era posible que me escuchara o si quiera que me reconociera entre el mar de yelmos rojos. Decidí pensar que lo hizo.
Hay muchas cosas que me gustaría decir de él, como lo pasmosamente atractivo que es, Leonardo también lo es, por su puesto, pero Alejandro pertenece al tipo de hombre que logra tomar todos los rasgos de su familia y mezclarlos en una armoniosa nota de cabello castaño y profundos ojos verdes.
También está la ridícula influencia que su presencia tiene en mi estado de ánimo. Imaginar que el príncipe Alejandro sabe que yo existo me da cierta paz. Siento por él cierto tipo de admiración aparatosa, tan aparatosa, que verle me resultaba casi tan necesario como el aire que respiro. Lo más chocante de eso es que ni siquiera recuerdo cómo empezó. Gucci dice que es porque estoy enamorada de él, pero, aunque nunca me he enamorado, (no de verdad), sé muy bien que no se trata de eso porque la idea de que contraiga matrimonio no me aflige, es más, ni siquiera me importa, como si de alguna forma supiera que eso no va a pasar, aunque sea tan inevitable como la nieve en invierno.
Lady Kika (su madrastra) estaba junto a él. Sostenía un pañuelo bordado sobre su boca, rezando con los grandes ojos cerrados y con la pequeña Princesa Laris aferrada a su falda.
Por ultimo estaba Philip Kapoor el último de los hermanos Kapoor. Se le veía ausente. Él lucía como el Gran Rey Moon, su cabellera y barba presumían un tenue color castaño y sus ojos cafés miraban con ternura. Dicen que Oberón Kapoor era igual a él, lo sé porque los bardos en las plazas del mercado cantan canciones sobre cuatro hermanos, dos como la luz de la luna y dos como la luz del sol. Aunque Lord Sebástian no tenía nada de parecido con la luna.
En las primeras filas detrás de la familia real se encontraban algunos nobles de tierra mar del Sur, inconfundibles por sus vestimentas color azules y su esmero en ataviarse las extremidades con moluscos.
Justo sobre las cabezas de todas las personas, la amplitud del camposanto que se tendía ante mis ojos,
Era la primera vez que se me concedía entrar al camposanto real. Cuando era niña siempre pasaba por la calle y metía las narices través del enrejado para husmear. Se trata de un sitio bellísimo y fúnebre lleno de Descansos dorados protegidos por grifos de oro que se alzan en los techos abovedados, algunos están ocupados otros vacíos, esperando a su dueño con calma, seguros de que llegará algún día a menos que se le ocurra deshonrar a la corona, entonces talvez lo lancen a algún agujero.
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Cuna De Reyes
FantasyIntenté asesinar a Leonardo Kapoor, el primer heredero a la corona de Perles. Rompí mis votos como soldado de la guardia real y conspiré contra el Rey Sebástian. Maté con solo mis manos a los trescientos hombres que custodiaban mi celda en los cala...