El mes de luto para un rey consiste en preceptos estrictos. La familia real entera viste de negro, los hombres llevan la cabeza descubierta y las mujeres el cabello recogido en un peinado simple. La servidumbre no tiene permitido hacer escándalos en los pasillos ni el comedor. En la ciudad, los bardos no pueden hacer su trabajo y si se atreven a tocar una sola melodía la guardia capital lo toma como insulto y los encierran en los calabozos un par de días. También se baja la bandera roja, dorada y negra que representa nuestro reino de la torre central.
Al final del mes, las puertas del camposanto son abiertas, y todo el que desee puede ir y dejar una flor blanca en el Descanso del rey fallecido. Es la única ocasión en la que se le permite a los súbditos entrar en ese lugar.
Cuando el rey Moon Kapoor falleció me hubiera muerto del aburrimiento en el mes de luto de no ser por Gucci. Nos pasamos todo el mes yendo al bosque a cazar ratones, perseguir ardillas, hacer fogatas y contar historias, unas ciertas otras no.
Esta era la segunda vez que me quedaba atrapada en un mes de luto y tampoco tuve tiempo de aburrirme.
El general Ovenzo nos explotó como reses de ordeña, me puso a cargo de escudriñar el castillo hasta los riñones.
- ¿Qué vamos a buscar general? –
Le pregunte el día que me dio la orden.
- ¡Lo que sea! –
Me respondió antes de marcharse furioso.
Puse bajo mi cargo a veinte hombres y me metí en sitios que ni siquiera sabía que existían, como el enorme salón subterráneo donde corría un rio en el que se lavaba la ropa de la familia real. Sabía que los reyes lo tienen todo, pero ¿su propio río para uso personal?
Dejé salir un silbido de impresión cuando llegamos a ese lugar.
Mientras la compañía revisaba e interrogaba a las lavanderas, se me ocurrió que talvez de ese sitio naciera el río que cruzaba la ciudad, entonces la idea de que nos tocaba parte del agua en la que se lavaban los calzoncillos de los príncipes hizo que me ruborizara.
Siendo honesta yo era igual que las otras chicas, más fea talvez, pero llevaba dentro de mi algo de fanatismo femenino.
Leonardo me parecía muy atractivo, con su cabello negro y sus ojos azules tenía el rostro de un ángel y la fiereza de un león. Y con Alejandro, bueno, con sus rizos castaños echados siempre hacia atrás y su barba ni abundante ni escasa, parecía un pequeño cachorro. Los dos tienen los suyo, los dos son hermosos. Más este último me causaba más conflictos de lo usual.
Me sacudí la cabeza para volver a mis cabales y me uní al interrogatorio.
- ¿Vio a alguien sospechoso el día del asesinato? –
Le pregunto Bastián a una mujer mayor y arrugada.
- Aquí casi no viene nadie además de nosotras –
Respondió la mujer con voz temblorosa.
Tenía sentido, ese sitio estaba mucho más abajo de las mazmorras.
- Nosotros venimos antes que despunte el alba – explico – y nos vamos antes de la puesta del sol –
Le dimos las gracias y caminamos a la orilla del río subterráneo.
- ¿Nadie cuida este lugar comandante? –
Me preguntó Bastián observando el alto techo de piedra.
- Creo que es parte del trabajo de la compañía Pontia, a ellos les toca el cuidado de las mazmorras – vi a unas mucamas doblar montones de sábanas blancas y colocarlas en cestos de paja redondos – aunque no veo porque deben vigilar la ropa –
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Cuna De Reyes
FantasíaIntenté asesinar a Leonardo Kapoor, el primer heredero a la corona de Perles. Rompí mis votos como soldado de la guardia real y conspiré contra el Rey Sebástian. Maté con solo mis manos a los trescientos hombres que custodiaban mi celda en los cala...