15° "Como se paga una deuda"

22 2 0
                                    

Lo conté todo, conté como encontré a Alejandro lavándose las manos, como compartimos los dulces de la princesa Laris, como apareció Leonardo pavoneándose con sus ardillas y como una flecha salida de quien sabe dónde me atravesó.

- Caí al suelo – expliqué – y antes de perder el conocimiento pude ver como un hombre atacaba al príncipe Leonardo por la espalda con una flecha - El Rey se encontraba completamente inexpresivo - alguien atentó contra la vida del príncipe Leonardo y quiso culpar al príncipe Alejandro de ello –

Cuestionó mi supervivencia con ardor, como si yo fuera culpable de haber sobrevivido, recurrí a la benevolencia de los Beatos, no se me ocurrió otra cosa.

- Yo fui testigo de ello – intervino Lord Perl – cuando la trajeron pensamos que ya había muerto, pero soporto los tratamientos y la pérdida de sangre majestad –

El Rey golpeo con los dedos los brazos de la silla mientras escrutaba la situación, teniendo mucho cuidado de no mirar a la Reina quien estaba evidentemente enfurecida.

- Estaban en territorio de Caza Real, Comandante, un lugar que está vigilado todo el tiempo por la guardia –

- yo tampoco me explico cómo lograron traspasar la vigilancia majestad –

- En dado caso es culpa suya comandante – Dijo la Reina Dallé poniéndose de pie – Como guardia real faltó a su juramento de proteger a la familia del Rey ¡dejo que lastimaran a mi hijo! –

- Ha ¿Yo lo permití? –

Mi respuesta resultó con un tono inesperadamente acusador, me evite el impulso de llevarme la mano a la boca.

Pude notar claramente una vena gorda en la real sien de la que me acusaba, le sostuve la mirada haciéndole creer que la pondría en evidencia, mas no era tan tonta, se trataba de acusar a la mismísima reina sin ningún testigo.

Me volví hacia el Rey.

- Soy culpable de lo que me acusa su majestad, no pude evitar que los lastimaran –

Tuve mucho cuidado de enfatizar la palabra los, y eso me granjeo más odio de parte de la Reina.

- ¡Eres una vergüenza para! –

- ¡Basta! –

Rugió el Rey.

La Reina cerró la boca con los ojos fuera de las cuencas. Muy dentro de mí sentí una clara satisfacción.

- Comandante Gaiga Ethan – dijo clavándome sus penetrantes ojos azules – ¿Sabe lo que puede suceder si le miente a su Rey? –

- Lo sé –

Respondí con vehemencia, aunque las piernas me estaban temblando igual como la Reina Dallé temblaba sobre su asiento. Todo el mundo ahí me odiaba, pero Lord Philip me miraba con un agradecimiento tan profundo que no pude pedir nada más.

- ¿Cómo señala al acusado? –

- inocente –

Dije casi sin dudarlo.

Solo en ese momento Sebástian le dirigió una mirada fugaz a la Reina.

- Es todo comandante –

Dijo el Rey y con un ademán envió de nuevo a Rige a mi lado gracias a los Beatos, su brazo me estaba haciendo demasiada falta.

Hice una torpe reverencia y me dejé llevar a las afueras de ese enfermizo salón.

En el camino de vuelta, Rige me explico que el Rey había separado a los testigos, el primero en testificar fue el general Ovenzo quien contó todo lo que sucedió hasta el momento en que dieron con nosotros. Yo, recordaba perfectamente bien que Leonardo y yo nos encontrábamos en orillas del río distintas, pero quienes nos encontraron juraron hallarnos del mismo lado.

Cuna De ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora