Estuve un rato viendo la elegante madera del techo antes de ponerme de pie a regañadientes. Los días pasarían rápido y mi abuelo, otro problema. Era más que evidente que iba a unirse a la guerra contra el Rey y la libertad de sus tierras. No estaba en contra de que Tierras perdidas fuera un reino independiente, pero todavía no me lograba explicar como esperaba Lord Samar luchar para conseguir la independencia de Tierras Doradas si uno de los tres Lores mayores de su tierra estaba a punto de unir lazos familiares con el Rey.
Con todo, Lord Samar era lo más alejado a ser una persona estúpida. Lo sucedido con su padre debió haberlo convertido en un hombre meticuloso, pero no veía la meticulosidad de sus planes por ninguna parte.
El agua fría de la palangana no me ayudó a recuperar la cordura. Mientras buscaba un traje en el ropero que Lord Samar se había molestado en llenar con prendas de varón (Supongo que él tampoco me visualizaba con vestido), mis pensamientos pasaron de lo primero a lo segundo: Mi padre. Se había esfumado sin decirme nada, sabía que dentro de los dominios de Lord Samar estábamos seguros, pero no podía dejar de preocuparme por él.
Y ahí estaba yo, frente a un espejo ovalado amarrándome las mangas de la camisa, vestida con los colores de la casa Parlay cuando la puerta se abrió de trompetazo y Gucci entró por ella como torbellino.
- ¿No sabes lo que es la privacidad? –
Le gruñí.
- Lo siento, yo le insistí en que tocara –
Se disculpó Alejandro siguiéndolo de cerca.
- Ni que tuviéramos mucho que ver –
Contestó desagradablemente Basil mientras cerraba la puerta.
- Tenemos buenas noticias – Anunció Gucci tumbándose en la cama – Lady Jaela le ha concedido a Lord Samar hasta mañana –
- ¿Qué? –
Grazne.
- La fortuna esta de nuestro lado –
Dijo Alejandro son una sonrisa. Yo lo sonreí también, aunque no entendía como había sido posible.
- Pero ¿cómo? ¿solo así? –
- Debió haber tenido una terrible pesadilla –
Dijo Basil reclinándose en la pared.
- Habiendo sacado eso de nuestras cabezas podemos concentrarnos en el asunto de la daga – Continuó Alejandro - ¿Ya has hablado con el capitán Rama? –
- Iba a ir justo ahora –
- Estaremos en el comedor –
Dijo Gucci encaminándose a la puerta y luego dijo otra cosa que no escuché, porque el secreto del enano no podía seguir siendo secreto por mucho tiempo y era completamente mi culpa, a pesar de que no estaba bien ocultarlo, me sentía culpable por orillarlo a confesar algo que no quería.
- ¿Es esta la daga? –
- ¿Qué? –
- Sí, esa es –
Respondió Alejandro en mi lugar.
Gucci la sacó de la funda de un tirón. La hoja apenas brilló cuando la luz del día le llego desde la ventana. Basil se separó de la pared, mostrándose interesado en algo por primera vez en su vida.
- Es increíble –
Susurro Gucci entre dientes moviéndola lentamente frente a sus ojos.
- Es pequeña –
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Cuna De Reyes
FantasíaIntenté asesinar a Leonardo Kapoor, el primer heredero a la corona de Perles. Rompí mis votos como soldado de la guardia real y conspiré contra el Rey Sebástian. Maté con solo mis manos a los trescientos hombres que custodiaban mi celda en los cala...