13° "Mentiras"

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El cabello de mamá a la luz de la hoguera se ve reluciente, había olvidado como su pequeña nariz blanca salpicada de pecas se arrugaba cada vez que ponía toda su concentración en el bordado de aguja, sus dedos se mueven como si hubiera practicado el oficio toda la vida y no apenas hace unas semanas, cuando vio a Octavia vestida con un delantal de punto.

Martha está a sus pies jugando con Barrigón, el gato que trajo papá hace unas semanas lleno de pulgas y que ahora está tan gordo que no puede ni sostenerse sobre sus patas. Linlin en la Cuna está haciendo sonar el cascabel que papá ató sobre su cabeza para distraerla. Yo no puedo tejer, tengo los dedos algo obtusos así que mamá me ha obligo a aprender el bordado de aguja, sentí una punzada en mi dedo y solté un quejido. Mamá me miro con sus grandes ojos azules.

- Lo estás haciendo bien –

Me dice, y esboza una amplia y blanca sonrisa.

- Esto es más difícil de lo que parece –

Me quejo.

De pronto la hoguera absorbe la habitación entera, todo se vuelve rojo por las llamas, escucho una voz severa decir algo cada vez más claro mientras intento escapar.

- ¡Ella no pertenece aquí! ¡Déjala morir! –

Los gritos empiezan a absorberme, me tapo los oídos para no escuchar, pero los gritos siguen en mi cabeza.

- ¡No pertenece aquí! ¡Nunca debiste traerla! –

Los gritos desaparecen y luego estoy en el bosque de Palas siguiendo un hurón, alguien me llama, alguien está pidiéndome que lo encuentre

Desperté y me incorporé sobre la cama de un tirón.

Me llevé una mano al lado del pecho en donde sentí una punzada, sentí la suave tela de una delgada túnica de seda que no era mía y debajo, los vendajes de lino en el torso.

Frente a mí había una enorme puerta de madera de cedro, no estaba en el dispensario del castillo ¿Dónde estaba? ¿acaso lo que había escuchado fue un sueño?

Recorrí la habitación con mirada nerviosa, era una habitación inusualmente lujosa. De pronto me percaté de la figura inmóvil y consternada que se alzaba cerca de la ventana. Me costó trabajo poder ver de quien se trataba por el resplandor de la luz, pero lo reconocí, era un pupilo de Gunter, estaba en el castillo.

- ¿Qué estoy haciendo aquí? –

Le pregunte, el me miraba con los ojos salidos de las cuencas. Un guardia entro precipitadamente en la habitación.

- ¿Qué fue ese ruido? –

Rugió, y cuando me vio sentada sobre la cama se quedó igual de estupefacto que el pupilo. Movió los labios produciendo un sonido casi inentendible y luego se volvió de lleno al corredor azotando la puerta a su paso. Me volví hacia el pupilo, levantaba parsimoniosamente los trastos de la bandeja que había tirado sin quitarme ni un momento la vista de encima. Hubiera querido levantarme a ayudarle o levantarme y golpearle por no contestar mi pregunta, pero mi cuerpo apenas podía mantenerme como estaba.

- Lo siento no quería asustarte –

Balbucee, aunque estaba segura que era yo quien necesitaba disculpas y explicaciones. El pupilo dejo la bandeja sobre el nochero y se acercó a mí con cautela, como si yo fuese algún tipo de bestia salvaje.

- ¿Cómo te sientes? –

Pregunto hablando lento y alto, como si yo fuese estúpida. Me sobraron ganas de darle una bofetada.

- ¿Qué estoy haciendo aquí?... – de pronto un estallido de recuerdos invadió mi cabeza, la arena, las ardillas, la flecha. - ¿Dónde están ellos? ¿Cómo están? –

Cuna De ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora