47° "Seres inferiores"

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Me pasaron muchas ideas por la cabeza. Una de las primeras cosas que se me ocurrió fue darle alcance a Rama y decirle varias cosas a gritos. Temía que hubiera mencionado mi nombre en su confesión. Miré a Lord Samar con inquietud, pero él se me acercó con normalidad. Abrí la boca, pero mi padre fue quien me gano la palabra.

- El capitán no puede pelear en ese estado – Dijo extendiendo un brazo hacia la espalda tambaleante de Rama.

- ¿Prefiere que entregue a su hija y al principie, Lord Falow? – Preguntó Lord Samar levantando una ceja.

Yo lo no conocía lo suficiente, y de no haber sabido sobre la traición de Rama me habría sido imposible notar que justo en ese momento hervía de rabia y estaba haciendo todo lo posible por no alzarle la voz a mi padre.

- ¡Morirá en ese enfrentamiento! – bufó mi padre.

El general Maral dio un paso al frente, Lord Samar lo detuvo haciendo sonar su yelmo en la coraza del gran hombre. Tomé del brazo a mi padre haciéndolo retroceder.

- Déjalo – le masculle al oído.

Lord Samar se colocó el yelmo debajo de su medio brazo y carraspeo.

- Es esto lo la guerra mi Lord, ¿Me harían el honor? – Dijo extendiendo la mano izquierda a modo de invitación.

Mi pare se acomodó el jubón negro de un tirón y avanzó entre la multitud detrás de Rama con aire indignado. Yo le seguí evitando ver a Lord Samar a los ojos.

Si Rama no peleaba había guerra, si pelea y perdía nos entregaban a la corona. Era evidente lo que Lord Samar prefería, a él le convenía que peleara y perdiera. Esta idea hizo que se me hiciera un hueco en el estómago. Uno enorme que me apretujo las tripas hasta hacerme sentir una punzada de dolor. Era la única forma.

Anduve hasta la puerta principal en donde nuestros caballos nos esperaban, íbamos diez personas contando a Lord Samar, la comandante Fema, el general Maral, mi padre, Rama y yo. Aproveché el revoltijo que se armó cuando Gucci mandó a sus puestos a todos los mirones de Laberinto para acercarme discretamente a Rama. Se sostenía de las bridas como si fuera a desplomarse.

- Le has dicho – Dije fingiendo que arreglaba mi silla de montar.

- No me iba a dejar a pelear si no – Respondió él sin volver la cabeza - Si peleo y muero habré pagado mi traición, si peleo y gano no me ejecutarán – Su voz temblaba.

- No vas a ganar ¿Lo sabes verdad? –

- Si no peleo, habrá guerra – Dijo un hilo de voz.

- Vas a morir y Alejandro y yo seremos entregados a la corona, evitaremos una guerra y tú dejarás este mundo con el honor intacto. Suena justo para todos -

- Voy a intentarlo, lo intentare porque es la única manera que tengo para saldar mi deuda contigo –

Dejé de juguetear con las bridas y me aparté.

Iba a morir por más que lo intentara. Eso lo sabíamos todos.

Las puertas crujieron, monté y me coloqué en la formación junto a mi padre.

Si nos entregaban al Rey ¿Sería bueno? era la única forma de conocer la identidad de Raben. Pero ¿Qué medidas utilizaría el Croll para someternos? Por lo que Kiran nos había dicho, tenía el poder de aprisionar a los portadores en su cuerpo. ¿Y si me mataba y se apoderaba de Alejandro? ¿Por qué no lo había hecho antes?

Cuando la puerta se abrió eché un último vistazo hacia atrás, Gucci y Kiran se hallaban de pie viéndome partir. Miré mi padre, tenía la vista clavada al frente y llevaba un puño apretado sobre el regazo.

Cuna De ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora