Escribí rápidamente la nota para el mensajero que enviaría. Lord Samar no debía saber que estaba intentando sabotear sus planes, así que le daría el pergamino al soldado con claras instrucciones de que no lo abriera hasta que estuviera en un lugar seguro.
Escribí lo que debía hacer y añadí una descripción meticulosa de Rebeca, así como una nota para Gucci indicándole lo que tenía que hacer.
Me quité la ropa mojada, dejé la sobreveste del príncipe sobre una silla junto al balcón y me vestí con pantalones, camisa y un tabardo verde olivo que tenía bordada la insignia de la casa Parlay en el pecho. No estaba muy segura de que a Lord Orya le fascinase mi atuendo, pero no tenía otra cosa.
Me ceñí el cinto con fuerza y no me molesté en secarme el cabello, tenía demasiada prisa como para preocuparme en ese desorden.
Me precipité por el corredor menos que dispuesta a enfrentarme a la vida y llegué a la Cámara justo a tiempo para ver como todos los Lores salían en estampida. Algunos con gesto preocupado, otros, con cara de querer matar a alguien, eran más los segundos que los primeros.
Lord Whalas pasó a mi lado proclamando injurias a diestra y siniestra. Su halo de odio hacia la Corona hacía bastante denso el aire a su alrededor.
Sentía pena por Doreta, no había sido culpa suya.
Los amores son tan impredecibles como los copos de nieve, nunca te encuentras uno igual había dicho papá una vez cuando me contó los infortunios que tuvo que pasar para poder casarse con mi madre. No lo entendí en ese momento, él era el único que se tomaría el tiempo de observar los copos de nieve a través de una lente con aumento.
Deseché los sentimientos de compasión por la general, aunque me preocupaba, no era mi principal problema.
Debía encontrar a mi abuelo, solo él podría ayudarme a convencer a Lord Samar de buscar una forma de impedir una batalla, y bueno, también estaba mi padre, que de eso debía saber mucho.
Bordeé el río de rostros semi-desconocidos hasta que me encontré de frente con el perpunte del General Ovenzo.
- ¿Dónde demonios estabas? -
Me gruño.
Sus profundos ojos negros parecían emanar furor, pero su porte era de incertidumbre.
- Yo estaba ummmm en -
Todavía conservaba la aversión a mentirle. Su preciosa prima, se encargó de auxiliarme, distrajo su atención de mí tras varios intentos fallidos de llamarle.
- Aaa-y Qq-e -
La pequeña Lady dio un profundo suspiro y empezó a mover las manos, haciendo una especie de lenguaje a señas, como los que usábamos en la guardia. Lady Carlanca era hermosa, pero tenía el infortunio de ser tartamuda.
Bien dicen que no se puede tener todo en esta vida.
- Comprendo -
Respondió el general Ovenzo de inmediato.
Estire el cuello por encima del cabello rizado de la diminuta Lady para buscar a Gucci entre la multitud.
- Ella te saluda -
Dijo el general con un tosido. ¡Santo primer cielo! La Lady de la casa Origante se había inclinado frente a mis narices.
- ¡Ho! -
Iba a inclinarme hacia adelante para corresponderle, pero por la gracia de los Beatos, recordé que ya no era un soldado de la Guardia Roja, ahora una "dama". Bueno, al menos para todo el mundo que no sabía la terrible verdad que me martirizaba.
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Cuna De Reyes
FantasiIntenté asesinar a Leonardo Kapoor, el primer heredero a la corona de Perles. Rompí mis votos como soldado de la guardia real y conspiré contra el Rey Sebástian. Maté con solo mis manos a los trescientos hombres que custodiaban mi celda en los cala...