41° "Los veintitrés"

22 2 6
                                    

Unas repentinas ganas de vomitar me hicieron incorporarme y sacar agua, mi estómago vacío no tenía nada más que devolver.

Lo primero que vi fue una inmensidad de cielo reluciente y la luz del sol mañanero ¿Hacía cuanto había estado inconsciente?

Desorientada, note que mis hombros eran cubiertos por una prenda que no era mía. Alcé la vista y alcancé a ver los preocupados ojos de Alejandro. Su cabello apenas estaba empezando a crecerle de nuevo, caía a los lados de su cara en mechones húmedos. Por lo visto, se había lanzado a sacarme, aunque no estaba muy segura de cuánto tiempo había esperado para ello. Por la cantidad de agua que vomité, debí haber estado un buen rato ahogándome.

- ¿Lo has visto? -

Le pregunté entre toses.

La intensidad de los pensamientos emergentes me provocaba un vértigo terrible.

- Sí - Dijo él con una profunda calma - Lo he visto -

Por supuesto, se había visto a el mismo. De hecho, tenía la vaga seguridad de que su propia conciencia se había transportado a la de Castor.

- ¿Qué has visto? -

Inquirió Kiran, impaciente.

- ¡En qué demonios estabas pensando! -

Le esputé. ¡Por los perros del Averno! ¡Me había lanzado al agua sin tener la seguridad de que funcionaría!

- Funciono ¿No es así? No es nada, por cierto -

Dijo haciéndose el ofendido.

En un movimiento involuntario, me pase la mano por la cabeza. Mi trenza de siempre estaba ahí, por un momento me pareció que tenía rizos.

- He visto a Castor- Respondí con tono más apacible - lo he conocido -

Me di cuenta que estaba temblando y me abracé a mí misma, no era frío, solo eran las sacudidas de las emociones.

- Se llamaba Felimor- continúo Alejandro - El Rey se llamaba Felimor -

- Gran Rey Felimor Dill Kapoor - Dijo Kiran con cierto tono de nostalgia en su voz - tuvo la desgracia de ser Rey durante la Gran Guerra -

¿El niño que había visto su reflejo en el agua?

Una terrible pena me invadió de súbito. ¡qué suerte tan trágica!

Por un momento, solo por un momento pude ser él, percibí su inocencia, su fascinación por el agua, la melancolía que le invadía al escuchar las campanas, la forma en que sentía ese cariño cálido por Castor, sentí su corazón palpitar y la suavidad de su cabello húmedo. Y Castor, tan apacible y sabio, tan hermoso. Los dos veían el agua cristalina del pequeño lago, sentían la cálida brisa del verano.

Los dos estaban vivos.

Me tapé la boca cuando un nudo se me formó en la garganta.

Alejandro se agazapo frente a mí, con el semblante preocupado. Puse una mano sobre su mejilla y le observé, en la profundidad de sus ojos, pude ver una chispa. Pude encontrar a Castor.

- Todavía no entiendo - Dije a Kiran, sin apartar la vista de Alejandro - ¿Por qué esos pensamientos me afectan más a mí? -

- Porque eres tú quien no sabe cómo controlarlos - Respondió él de una forma tan indiferente cual si estuviera hablando de nabos - Alejandro sabe cómo, es una reencarnación está en su naturaleza -

- Eso no significa que sea más fácil -

Le reprochó el príncipe.

- Tal vez no, pero aún sí comprende la trascendencia de las cosas - Luego me miró a mí, hinchando el pecho con soberbia - Lo entiendes ahora. Nadie puede ocupar tu lugar. Solo tú eres capaz de ver a tus antecesores, de entenderlos, de unir tu alma y mente a la de Alejandro como si fueran una sola. ¡Es fascinante! ¿Lo sabes? Es como si dos almas fueran una, o mejor, como si formaran mitad y mitad de una completa ¡Por eso son lo único que puede detener al Croll! Eso es lo que un Grifo y un Adalid hacen, se complementan por el bien de las personas a quienes sirven. Porque después de todo, eso es lo que hace un Rey: Servir -

Cuna De ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora