23° "Promesas"

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Esa misma tarde le comunique a mi padre mi decisión. Era cobarde huir, pero para proteger a quienes amas a veces tienes que hacer cosas cobardes, o al menos de eso me convencí. Si yo me iba, tierras perdidas no tenía porque inmiscuirse en un conflicto bélico contra el Rey, y eso era lo que más me importaba. No estaba dispuesta ni preparada para que miles de personas dieran sus vidas solo por mí, yo no valía tanto.

Alejandro no me dirigió la palabra durante el resto del día. Lo entendía, pero no había más que pudiera hacer, el había decidido seguirme, y aunque le dije que no quería tenerlo a mi lado de mala gana no lo decía de verdad, de alguna forma sabía que teníamos que permanecer unidos.

El barco que nos llevaría a Yondra zarparía esa misma noche. Le di a mi padre instrucciones especificas de no regresar a Palas por ningún motivo, él tenía que decidir si quedarse en Galacia o irse a tierras perdidas. Y luego tuve que pedirle casi de rodillas que me dejara ver a mi hermanas, talvez jamás las volviera a ver después de esa noche.

Espere impaciente la protección de la oscuridad para decirles adiós. Las habitaciones de ellas estaban en un corredor importante de la fortaleza, así que tuve que ser muy precavida. La primera puerta era de Martha, pero decidí despedirme de Linlin primero.

Ella estaba en un cuarto demasiado grande para su pequeño cuerpo. Dormía plácidamente sobre sábanas rosadas.

Me senté sobre la cama, estaba tan bella, si los ángeles existían, debían ser como ella. Linlin era la persona más inocente en toda la basura que acabábamos de crear.

Le acaricié un largo mechón de cabello para despertarla con cuidado.

- ¿Gaiga? –

- Hola pequeña princesa –

Se incorporó sobre la cama de un salto y se froto los ojos.

- ¡Estas aquí! –

- shshshsss, baja la voz, no queremos despertar a los demás –

- No viniste a la boda de Kal –

- Te prometí que vendría aunque no precisamente a la boda –

Linlin sonrió, mostrándome sus regordetas mejillas en toda su dulzura.

- Escucha pequeña princesa – dije mientras le tomaba la mano – vine aquí para despedirme –

- Te ¿Te vas? A ¿Dónde? –

- Bueno, todavía no lo sé –

- ¿Te vas con la guardia roja? –

- No, es algo más privado –

- ¿Cómo una misión secreta? –

- Si, como una misión secreta. Es una misión muy larga sabes. Es posible que cuando vuelva tú ya seas toda una doncella –

- ¿Tanto tiempo te vas? –

La voz de Linlin salió entrecortada. Sus grandes ojos verdes empezaron a brillar, sentí un doloroso nudo en la garganta y le acaricié la mejilla.

- Me temo que sí pero, quiero que me prometas, que vas a ayudar a Martha sin refunfuñar y que, vas a cuidar de papá. Que te pondrás el abrigo cuando haga frío y que no jugarás bajo la lluvia demasiado tiempo –

- Son muchas cosas que te debo prometer –

Protesto arrugando al nariz.

- Lo se ¿Lo harás? –

Ella sonrió.

- Si lo haré, pero tú debes prometerme que volverás –

Sus brillantes ojos me miraban con cariño, un cariño por el que yo sería de capaz de dormir en rocas el resto de mi vida.

Cuna De ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora