La Última Decisión

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Pasaron dos días desde su regreso al imperio, en cuando llegaron Kougyuoku se lanzó abrazarla con lágrimas de por medio, había estado muy preocupada porque su querida y adorada hermana no quisiera volver. Sakura ya esperaba eso, en parte fue lo que la hizo regresar, sabía lo mucho que lloraría la menor y no quería hacerle pasar por algo así.

Abrazó con fuerza a Koumei quien estaba manejando los asuntos del país sin contratiempos, llegar en pensar dejarlos era una espina en su pecho.

Muu se fue de vuelta a Reim y Sinbad acompañado de Karin también marcharon rumbo a Sindria, ya no había nada más que ellos pudieran hacer en Kou.

Durante las noches pasó horas despierta pensando en cuantas cosas pasaron en los ultimas días, mejor dicho en cuantas cosas maravillosas sucedieron en esta vida y en este mundo que la hicieron no quedarse en la aldea.

No tenía ningún rastro de arrepentimiento por haber vuelto al imperio, Naruto tenía razón, no era la misma que ellos conocieron, no, Haruno murió y en su lugar nació Ren, los ninjas continuaron y en el mundo shinobi ya no había espacio para ella, solo quedaría el recuerdo de sus amigos siempre acompañado con una sonrisa.

Le pidió a Ino que trasmitiera unas imágenes a la mente de Sai para que pudiera hacerle una pintura muy especial, en la bolsa que le entregó el ex miembro de raíz estaba un cuadro que le regaló a su Aladdin, al verlo el pequeño magi quedó sin palabras, un cosquilleo le recorrió la espalda y en su mirada podía distinguirse la alegría mezclada con tristeza, era una pintura preciosa de Solomon y Sheba abrazándolo, jamás los conoció en persona, pero en ciertas ocaciones podía sentirlos cerca como en ese momento.

Junto a la pintura también había otra cosa, dos niños molestos, un maestro apenado y una niña sonriente en la fotografía del antiguo equipo siete, un detalle perfecto cortesía solo de alguien como Ino.

Los días pasaron en un parpadeo, las semanas quedaron atrás mientras se sumía en el trabajo, manejar y organizar el área médica de un país no es tarea sencilla, por suerte tenía a Morgiana y a Hakuryuu para encargarse de los orfanatos, Hakuei junto a Koumei para los tratos de negocios que se convirtieron en la estabilidad económica el país y por supuesto cómo olvidar a Kougyuoku y Kouha cerrando nuevos tratados, todo siendo supervisado por el emperador Kouen.

No podía negar lo orgullosa que se sentía de todos, fue difícil lograr el cambio en el imperio algo que les llevó mucho esfuerzo y dedicación.

Luego de casi seis meses después una nueva noticia los tomó por completa sorpresa, la próxima unión de dos personas en una boda de la realeza llenaba el país de regocijo.

Luego de un relajante baño se peinaba su largo cabello rosado frente al espejo, aún había mucho que hacer antes de la fecha de la boda. Escuchó unos golpes en la puerta trayéndola de regreso, le indicó al visitante que pasara solo para que una sonrisa se reflejara en ambos.

-Estas ocupada? — se adentró a la habitación sentándose en la cama como si fuera suya.

-Para ti siempre tengo el tiempo que necesites — ambos lo saben, aun cuando fue la emperatriz siempre había espacio para él — en realidad es bueno que hayas venido, podrías entregarle la invitación a Alibaba y Kassim?

-No hay problema, pensé que Kougyuoku-san se la llevaría — Pues es la encargada de los negocios con Balbadd.

-Está muy ocupada con los detalles del banquete — La tercer princesa se ofreció sin demora para organizar todo a detalle, recordar sus ojos brillantes y la emoción en su rostro la hacían llenar de ternura — y eso que no es su boda.

Ahora Aladdin entendía porque Kougyuoku andaba de un lado a otro siempre con prisa y rodeada de doncellas con telas, vajillas y demás decoraciones.

-Ya veo — Lo vio sonreír desde la cama para luego comenzar a removerse algo incómodo y con un tenue color rosado en sus mejillas.

Magi - Princesa Shinobi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora