Territorio Hostil

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Seguía parado junto a la cama, Sakura le señaló la silla no requería estarlo viendo hacia arriba todo el tiempo.

-De que hablaba Kougyoku? — rompió el silencio escuchando como ella suspiraba.

-Tienes idea de lo mucho que te quiere? — Kouen enarcó una ceja dudoso — Me hizo prometer que no pelearía contigo, sabe que puedo patearte el trasero sin esfuerzo — dijo presuntuosa — Eso y que debo estar tranquila — le saco la lengua en gesto infantil.

El pelirrojo evitó protestar ante lo dicho, si bien la última vez ella fue la ganadora en sus entrenamientos quedaban en empate — solo por que ella así lo quería.

-Esperaremos a que te mejores para volver lo antes posible al imperio — su tono autoritario solo era una fachada y ella lo sabía.

Bien podía haber vuelto junto a las tropas y dejar a Kouha que sin duda aceptaría, podría haberla llevado inconsciente sobre una de las alfombras luego de que se estabilizó... o incluso podía haberse ido luego saber que había despertado. Sin embargo Kouen se quedó y ahora decía que la esperaría para llevarla.

-Sabes que eres un libro abierto — al menos para ella y quizá para Koumei — Estoy bien, aunque aún siento el cuerpo algo entumecido por el rigor mortis — el pelirrojo odio escuchar esa frase.

-No debiste forzarte hasta ese punto — se cruzo de brazos en pose severa.

Sakura dejó salir el aire de sus pulmones con pesadez.

-Hay tantas cosas que ambos debimos y no debimos hacer — Kouen intuía que venía la discusión sobre la declaración de guerra — Pero antes que nada hay muchas cosas de las que hablar... Dime por qué aceptaste que esa mujer se quedara con el trono? Se supone que deberías ser tu quien gobierne.

-En el testamento del emperador estipulaba que ella sería la emperatriz encargada de dirigir el imperio.

-Ya veo, no se puede negar la última voluntad del emperador — malditas reglas — Y solo lo aceptaste así de fácil?

-También hay cosas que quiero hacer antes de cargar con esa responsabilidad.

-Déjame adivinar... es sobre tus ideas de la unificación del mundo? — puso los ojos en blanco.

-No hagas esa cara — era como si se riera y menospreciara sus objetivos — ahora que encontramos a la reencarnación de Solomon será más fácil que nunca, ese magi tiene la llave de la historia perdida.

-Ni se te ocurra ponerle un dedo encima — la mirada de la chica se volvió peligrosamente afilada — Aladdin no es ningún objeto y no insistas o romperé mi promesa con Kougyoku — no cedería.

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Mientras tanto fuera de la habitación el segundo príncipe convenció a su hermanita que fuera a descansar a la alcoba que le asignaron y que un buen baño relajante no le caería nada mal.

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El mayor entre cerro los ojos, por qué siempre discutían fácilmente? Esta vez fue él quien dejó escapar un suspiro, no era el momento para tocar ese tema.

-Está afuera, cierto? Llámalo — podía sentir su presencia.

-Koumei! — fueron apenas unos segundos cuando el segundo entró, esperaba no verlos tratando de matarse... otra vez.

Para tranquilidad del pecoso ambos parecían calmados.

-Me llamaste hermano? — se adentró hasta quedar junto a él, pero no pudo esperar la respuesta del mayor — Sakura... — le sonrió con la tranquilidad que solo Koumei poseía — te sientes bien?

Magi - Princesa Shinobi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora