Capítulo #15:

738 112 51
                                    

Misión #3 (Parte I):

Vanessa:

Suspiro mirando a la bebé en la habitación en lo que rompo otro pedazo de tela de mi vestido. Por suerte todo está limpio aquí dentro. La niña juega con sus manos y sonríe de vez en vez, me encanta que lo haga. El can está a mi lado tendido observándome como si entendiera mis movimientos.

─Mackenzie ─Siento la voz a mi espalda de mi amigo.

Sé que no le gustó para nada la idea de que me hiciera cargo de la esto, agradezco que no me haya contradicho.

─Antonio organizó los turnos de guardia ─Ato los extremos de dos pedazos azules de vestido en un nudo fuerte. Esta pequeña necesita un nuevo pañal, me di cuenta cuando la tomé en brazos no dije nada porque los hombres no comprenden de estas cosas─. Tienen la segunda guardia juntos hoy.

Mi piel se tensa de momento, ignoro eso no me despegaré de la bebé, dudo que trate de desestabilizarme. ¿¡A quién engaño!? ¡Mierda! ¡Una guardia con él es sinónimo de terror! Estoy convencida que serán las peores de mi vida. ¡¿Por qué diablos me puso junto a él?! ¡¿No le basta con el pequeño espectáculo que dimos en San Diegos?! Aquí en medio de este bosque tropical quiere hacerme perder los estribos. Me recordará mi falla ya que las personas como él se alimentan de los errores ajenos. Escuché el rumor de que Antonio pondría los turnos, jamás imaginé que nos juntaría. Pensé que me enviaría con Ilian o con cualquiera de los oficiales de mí mismo rango.

La pequeña comienza a llorar sacándome de mi batalla interna. No deseo que me vea afectada. Ella es lo único que me hace sentirme en paz a pesar de que sé en cualquier momento Douglas aparecerá llevándola. Juro que cuando abrí esa caja y vi esos ojitos mirándome quería comenzar a llorar. La maldita perra de su madre la había dejado ahí para drogarse. ¿Cómo demonios Dios permite ese tipo de cosas?

─Hablé con Derek para tratar de interferir, pero Antonio terminó gritándome ─Escucho sus pasos deteniéndose a mi lado.

─O-ok ─Lo evado. El can no ha dejado de estar en la habitación. Inquieto la mayoría del tiempo, justo ahora está a mi lado, no le temo ya que Antonio se encargó de que estuviera sentado. Su presencia me incomoda (la del animal).

─No tienes porqué tensarte de más, solo tendrán que patrullar la casa ─Hace una pausa y tomo a la niña para ponerle el nuevo pañal creado por mí.

Mi mejor amigo está atento a mis movimientos. No quiero pensar en lo que me espera, esta criatura es mi prioridad, ella y que la desalmada de su madre pague por ponerla en una caja como si su vida no valiera mucho más que la suya, más que la mía. Solo hay que ver la inocencia de esos ojos, su cara de tranquilidad, sin culpa. Quizás su pecado más grande sea llorar para obtener atención, el que le salvó la vida en cierta forma.

─¿Es tu vestido? ─pregunta Vic en lo que desabrocho el pañal antiguo. Presenta una tonalidad amarilla y tiene bastante mal olor, como si en semanas no se hubiera cambiado. La nena tiene los muslos llenos de marcas del mismo, aunque no parecen dolerle.

─Sí ─Aparto el sucio y comienzo a colocar el limpio─. Hannah lo necesita más ─comento.

─¿Hannah? ─Automático me muerdo la lengua.

Decidí llamarla así puesto que en su rostro se reflejaba claro ese nombre. Solo hay que verla para estar de acuerdo conmigo

─¿No crees que te estás involucrando demasiado? ─Ajusto un poco los nudos de los extremos. De reojo me doy cuenta que está cruzado de brazos apoyado sobre la pared contraria a mí.

Mackenzie [✓] EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora