Mackenzie [✓] EN EDICIÓN

Capítulo #29:

Misión #7:

Vanessa:

─¡Nessa dejaste otra vez la estufa encendida! ─Chilla Vic cuando corro en dirección al olor a metal quemado.

<<Ni siquiera tienes vergüenza de respetar lo que estoy sintiendo>>, aúllan nuevas palabras en mi cerebro haciéndome frenar en la isleta. La escena se me repite una y otra vez, durante la última semana es lo único que tengo en mi mente. Paso la mano por mi frente aspirando el mal aroma que emana de la cocina, sé que Vic está vociferándome algo, pero no sé qué pueda ser. Estoy ida.

Hablamos y acordamos que me daría mi espacio, que lamentaba tenerme ahogada o cosas así, la verdad estaba en otro sitio muy lejos de aquí. Llevo madrugadas enteras sin dormir, el día de nochevieja cenamos algo que compró porque la comida se me cayó al suelo quemándome superficialmente las piernas, manos y pechos. Mi distracción no pasa desapercibida para nadie, pero hay mucho en que pensar como para explicar sin llorar. Aún me palpita la extremidad derecha recordando todo, fue demasiado hasta para Antonio, pasará una larga temporada antes de atreverse a comunicarse. Menuda forma de comenzar el año la mía, hoy es el segundo día de enero y más rara no podré sentirme en la vida, el mundo sigue girando, yo soy quien se ha quedado detenida.

Me acomodo en una de las sillas de la cocina centrándome en el blanco mármol << ¡Por qué no te mueres de una buena vez!>>, << ¡Solo trato de ayudarte! >>, << ¡Tú no tienes corazón!>>. Agito las reflexiones, a la distancia me resuena la voz de Vic gritándome, no quiero que me moleste, para colmo de males caí con el período esta mañana y me encuentro especialmente sensible. Esto no es por mi menstruación, soy yo que estoy en cualquier galaxia del universo. Los recuerdos de la noche de navidad se me han quedado tatuados en la frente dolorosamente.

Ni con toda la música electrónica que se vaya a crear en la faz de la tierra alejaré los demonios, las madrugadas me sirven para deambular por mi casa o correr, casi he andado la mitad de San Diego sin percatarme que lo hago.

Mi padre me notó distante cuando terminamos junto a Derek comiendo algo traído por Vic, me llamó un día después para saber de mis quemaduras, solo fueron salpicaduras, nada serio. Pero tengo el sistema nervioso después del 24 de diciembre destrozado. Los reclamos de Vic continúan y les ignoro, temprano en la mañana su pareja fue a quedarse a su casa, espero que Antonio se pudra en el inferno, no fue justo por lo que me hizo pasar en nochebuena, nunca se lo voy a perdonar. Me dio demasiado para procesar en los próximos 365 días que tendrá el año.

─¡Vanessa Mackenzie! ─Escucho un estruendo seguido de mi nombre y mi apellido sobresaltándome. Un Víctor enfadado se dibuja delante de mí, le sonrío tímidamente evitando sumergirme en mí más profundos, en la necesidad que tengo que resolver todo esto

─Tenemos que ir a SEAL -Brama -, si no te importa perder tu trabajo quédate, algo sucede, contigo todo no va bien.

-Me cambiaré -Sentencio con la misma voz alejada que llevo desde hace una semana -, desayunamos por el camino.

Saliendo se la habitación donde me hallo suspiro subiendo cada uno de los escalones, hay demasiado en que analizar y poco tiempo. Antonio está realmente loco, yo estoy peor con la sola idea de ventilar esta opción, ni siquiera la pelea en la pista de entrenamiento se compara a lo que vivimos en el cuarto de ese motel, fueron lágrimas, quejidos, golpes, todo sucedió rápido y antes de darme cuenta le estaba pidiendo que se muriera otra vez. Hasta donde va a ser capaz de llegar por unas traducciones que ya tenía aseguradas. Lo peor es que quizás le vea, la mayoría de nuestras misiones son en conjunto. No sé porque Douglas hace ese tipo de cosas, podemos manejar en el escuadrón 5 cualquier situación sin necesidad de Antonio indicándonos que hacer y cómo.