Capítulo #48:

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Misión 15:

Antonio:

Abro mis ojos sobresaltado sintiendo como mi cuerpo tiembla como una hoja. Tenía pesadillas muy monstruosas para ser ciertas veía en mis sueños como Vanessa era la que se resistía a tener relaciones sexuales conmigo aquella vez, la cara de la maldita Angie en toda la locura y finalmente las lágrimas de la pelirroja. No entiendo qué hacía ella en mis nocturnidades, pero eso sí me encargaré personalmente de saber de su persona ahora mismo. Miro el techo de la habitación en la que me encuentro y un flechazo de realidad me viene a la cabeza.

Ayer, después de lo que sucedió yo estuve en el motel y no recuerdo que Vanessa se haya ido, solo sé que hubo un cierto momento en la madrugada en el que estaba acostado sobre sus rodillas llorando a mares y ella pasaba la mano por mi cabeza justo como mi madre lo hacía al estar yo mal. Sé que mi celular estuvo sonando y lo apagó, el de ella también vibraba en ningún momento le dio atención, estaba consagrada a mí. No sé cómo dormí aquí, ¿será que habrá pagado el departamento toda la noche?, no puede permitirse un gasto tan grande, la inseminación no es un proceso barato y con un bebé vienen un millón de deudas como la universidad, difíciles de pagar. Pongo mis manos sobre mi pecho tratando de calmar los latidos de mi corazón cuando giro mi cuello al suelo.

Lo que noto hace que me siente de golpe en el colchón. ¿Una manta? ¿Una almohada?, ella... no, ella no se quedaría aquí conmigo bajo el mismo techo la noche. No es tan imprudente para estar conviviendo con un... ¡BASTA!, fueron años pensado que era un violador, no lo soy. Yo... no soy un violador. Cavilar la idea se escucharía increíble de no ser por lo que la revelación llevó consigo.

Pasé mi vida entera pensando que Angie era incapaz de ser mala con alguien, de cometer un daño. Es que no comprendo cómo no me di cuenta de que las cosas estaban de una forma demasiado planificadas. En el tiempo en que vivió con nosotros se bañaba temprano, a eso de las 15:00 así no gastaba agua en la hora pico, tampoco le gustaba dejar la puerta de la habitación abierta, mucho menos la de los lavados. Las cosas siempre estuvieron delante de mis narices y nunca las vi.

Lo peor de anoche es que no tengo idea de si mi hermano sabe eso o se enterará por mí. Amo a Derek demasiado, no deseo perderlo nunca, aunque lo he golpeado, insultado y odiado sigue siendo el mejor regalo que mamá me dio en la vida. La única familia que me queda ya, pero no me siento capaz de perdonar si él supiera el secreto de Angie y me hubiera dejado recomerme en silencio durante casi dos décadas. Siempre pensé que ella había entendido con el segundo rechazo que no me interesaba de la forma en que quería, creí que podríamos mantener una amistad así, era muy ingenuo nadie en sus sanos cabales varia de amistad a amor tan de prisa.

Por otro lado, está Nessa, recuerdo que le pedí que se quedara, me saqué todo de dentro, comenté cada una de las turbias memorias que se veían amontonando en mi cabeza una tras otra. No la sentí llorar en ningún instante, solo pasó la mano por mi cara y secó mis lágrimas, hasta creo que me cantó una canción para dormir. <<¿Qué pasaría si las palabras de Derek fueran ciertas?>>. No me gusta pensar en esa teoría disparatada, no obstante, ayer tantas cosas dejaron de salir como yo quería que cualquier pormenor puede ser verdad, no lo sé.

Cada vez que me <<atrae>> una mujer yo solo quiero follarla, verla para coger, besarle su zona más íntima, en fin, esas cosas que todo hombre hace cuando tiene esos deseos por una dama. Con Vanessa es lo opuesto solo a veces deseo verla porque tiene conversaciones interesantes para dar, fuera de la unidad me desafía de forma molesta, sin embargo, llega a ser exasperantemente divertido notarla enojada, me entretiene oírla hablar en francés o discutir con el traductor de Google cuando no recuerda una palabra y la tiene que buscar, esos no son sentimientos de alguien a quien le interese otra persona, lo sé. Tiene que ser así.

Mackenzie [✓] EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora