Capítulo #19:

803 104 73
                                    

Misión #4 (Parte I):

Vanessa:

No sabía el hambre que tenía hasta que Flandes junto a Gales me despertaron para entregarme una bandeja con alimentos. La hora de la cena pasó y honestamente pensé que no importaría, puedo seguir durmiendo ya que mi organismo realmente lo necesita.

-Antonio dijo que estaríamos aquí por tiempo indefinido -Habla el acompañante de Flandes el que posee cabellos negros y largos como los de Antonio, ojos grises y piel trigueña, es muy musculoso y tiene toda su cara grabada con tinta, como yo y las mejillas altas. Sus orejas son pequeñas y tiene dos pendientes a juego en cada una, además de tener tatuada la parte posterior del pabellón auricular.

Posee los labios la mayor parte del tiempo fruncidos, pero su sonrisa es hermosa puesto que la ha regalado en una o dos oportunidades desde que se sentó en la cama de Héctor para acompañarnos.

-Mmm -Para comer nos otorgaron una especie de alimento que ni siquiera definí. El hambre me pudo más, no comprendo no soy de comer con tanta desesperación. Imagino que cuando el sueño se ve alterado otros instintos lo llenan.

-Sí, es molesto -Comenta en de los ojos verdes sacándome a la fuerza las palabras de los labios -. Sobre todo, para ti -No hago nada solo cruzarme de piernas esperando a que prosiga, pero como se queda en silencio viéndome eso me presiente que es mi turno de hablar.

-Estoy bien, es mi trabajo ¿No? -Me encojo de hombros dedicándole una pequeña sonrisilla a Héctor quien me la retribuye con una tan amplia que incluso Gales libera una carcajada.

En el vuelo descubrí que tenemos millones de cosas en común. Pero la más impactante fue saber sobre su gusto por la música electrónica. Casi grité al enterarme que había estado en Tomorrowland en dos ocasiones, me prometió mostrarme los videos y fotos que se había sacado cuando regresáramos a casa. Me habló sobre un concierto en la playa que estaba próximo a realizarse y como la pasaría de bien puesto que ya tenía entradas, me comentó de diversos Dj que desconocía e incluso me recomendó música de ellos, es realmente un experto en el tema.

Luego supe que en sus tiempos libres pasaba música en una disco para adolescentes. El detalle me fascinó más. Me dijo que podía preguntar lo que quisiera, no vacilé en averiguar hasta de dónde sacan la inspiración para componer algo que trasmitía la mayoría de las veces sin palabras. Estaba fascinada sin dudas.

-Ya, pero Antonio tiene especial odio hacia tu persona -Espeta el de los pendientes y me dispongo a contestarle justo en el minuto que del fondo de las literas una voz endemoniadamente alta retumba sacándome un escalofrío desde mi primera vértebra hasta la última.

Antonio:

-¡Mackenzie! -No puedo creer que mis propios hombres estuvieran hablando de mí conmigo presente. No soy sordo y estoy enterado de lo que pasa en mi escuadrón.

Además de que le he dicho un millón de veces que no la odio. La pelirroja levanta su cabeza para ver sus cuentas verdes pegadas a mí observándome como si no tuviéramos más que estas guaridas en común. Es cierto... no hay nada más. Aquella vez en el motel tratábamos de arreglar las cosas, de desenredar el terrible nudo que volvimos una noche sencilla.

-¡Afuera! -Le ordeno poniéndome en pie -. Ahora -Recalco caminando en su dirección para detenerme dos literas antes de llegar.

Ella baja la vista metiendo un cabello rebelde por detrás de su oreja derecha, no creo que se niegue a venir conmigo, dentro de SEAL somos Sargento Mayor Antonio Ross y soldado Vanessa Mackenzie. Aunque lo que vayamos a tratar sea personal al menos frente a los bastardos debemos comportarnos lo más racional posible. Lo va logrando por bastante, no parece ni afectada, solo flaqueó en el vuelo al nombrar su navidad. Me imagino que tras perder a su esposo las fiestas deben dejarle un mal sabor en la boca.

Mackenzie [✓] EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora