Sunforest 1. Amira Rey. [Disponible en físico]

Capítulo 14. Guardián.

«Guardián»

Aún no quería despertar, pero sentí una mano acomodando mi flequillo y abrí los ojos lentamente, hace mucho que ella no me levantaba de una manera tan dulce.

—Hola —la saludé.

—Hola hija —respondió mi madre con un suave tono de voz—. ¿Te sientes mal?

Parecía que mis huesos pesaban una tonelada y no me creía capaz de levantarme de la cama sin ayuda, pero negué con la cabeza.

—Estoy bien, ¿por qué?

—Has dormido desde que llegué ayer, te encontré acostada aún con el uniforme puesto. Ni siquiera despertaste cuando te puse la pijama.

—Ah —murmuré bostezando—. Ayer me quedé hasta tarde en la biblioteca haciendo el trabajo para Geografía, estaba cansada.

—Bueno, solo quería asegurarme de que estuvieras bien antes de irme a trabajar. —Me dio un beso en la frente y se puso de pie—. Es sábado, descansa otro rato.

—Lo haré.

Me quedé en la misma posición hasta que la escuché salir y cerrar con llave, entonces aparté las sábanas y me enderecé sobre la cama, mirando todos los rincones que había en mi cuarto.

—¿Joham?

Nadie respondió y un mal presentimiento me enfrió el pecho, mis recuerdos eran vagos y se tornaban confusos, no lograba recordar si al final las cosas terminaron bien o mal.

Me puse de pie de un salto y un fuerte mareo casi me tumbó, pero quedé suspendida en el aire antes de caer y con delicadeza me volvieron a poner sobre la cama.

—¿Joham? —repetí.

Pero no era él. Dandelion acababa de aparecer frente a mí con una expresión demasiado tranquila para mi gusto.

—Aún te encuentras débil princesa, no hagas movimientos tan bruscos.

—Dandelion —pronuncié con cierta decepción—. ¿Joham está...?

—Bien.

—¿Bien? —repetí ante la inesperada respuesta.

El forestniano se acercó para sentarse al borde de la cama y colocó una de sus manos sobre mi hombro.

—Joham está bien. Aún continúa inconsciente, pero Samara ha podido avanzar con sus heridas y está casi recuperado. Los dos creemos que sobrevivirá.

Respiré aliviada al escuchar aquellas palabras.

—¿Entonces si funcionó?

—Si Amira, funcionó. —Sus ojos brillaron al decir aquellas palabras—. ¿Tienes idea de lo que hiciste por él?