Capítulo 2. Doce en punto

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«Doce en punto»


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Un ruido me sacó involuntariamente de mi sueño. Abrí los ojos con reproche y me enderecé en mi cama para verificar de dónde había provenido aquel sonido. Me di cuenta de que estaba lloviendo y la lluvia golpeaba contra el cristal de mi ventana.

Tanteé con mi mano derecha en la oscuridad y encontré lo que buscaba: mi celular. Lo encendí para poder ver la hora y me sorprendí un poco, eran exactamente las doce en punto. Acababa de cumplir 16 años hace solo unos segundos y esperé, pensando que alguna emoción llegaría de un momento a otro, pero no sucedió nada.

Suspiré recordando las palabras de Raúl justo en el momento en que el ruido que me había despertado se volvió a oír, esa vez más fuerte. Me sobresalté, sonó como si algo hubiera chocado contra la ventana haciéndola temblar.

Me puse de pie inmediatamente y me alejé lo más que pude de ella. No prendí la luz, si había alguien del otro lado queriendo entrar se pondría alerta ante esa señal y quien sabe lo que era capaz de hacer. Tampoco quise despertar a mi mamá, si venían dispuestos a hacer daño que me lo hicieran a mí y no a ella.

Intenté visualizar algo, cualquier cosa que me diera una idea de lo que estaba pasando afuera, pero no veía nada aparte de oscuridad. Entonces, un destello dorado captó mi atención.

¿Qué estaban haciendo?

La curiosidad me dominó, me acerqué lentamente y con cuidado, abrí mucho los ojos al mismo tiempo que un relámpago iluminaba afuera: ahí no había nadie. Intenté abrir la ventana para asegurarme pero estaba atascada.

—Tranquila —me susurré, deteniéndome un momento para calmarme a mí misma—. Ya estás imaginando cosas.

Cuando decidí olvidarme de todo y volver a la cama, apareció otro destello dorado a solo unos centímetros de mí. Me quedé helada, mirando el punto exacto donde había desaparecido. Había una llave dorada incrustada en la ventana, ¿cómo demonios había llegado ahí?

Intenté sacarla para poder examinarla pero no pude lograrlo incluso utilizando todas mis fuerzas. Alguna parte de mí sabía que nada de eso tenía sentido, pero me rendí y giré la llave dentro de la cerradura, esta cedió suavemente.

Después de tres vueltas y con un débil "clic" la ventana por fin se desatoró. La evalué una vez que la tuve entre las manos; era bonita, pequeña pero larga y de un color dorado, estaba envuelta por una enredadera de metal que incluso tenía pequeñas y delicadas flores, sin mencionar que había brillado en medio de la oscuridad y aparecido de la nada.

Concentré mi atención en la ventana que aquella misteriosa llave había logrado abrir. Deslicé el vidrio a mi izquierda y quedé pasmada debido a la sorpresa. Ahí no estaba el mudo exterior que normalmente se veía, las farolas, la calle y los coches estacionados se habían esfumado. En cambio, algo parecido a un enorme espejo cubría aquel hueco, reflejando toda mi habitación y mi cara. Jamás había visto mis dos ojos azules tan abiertos como ahora. Tal vez todo esto era otra de mis pesadillas.

Sunforest 1. Amira Rey. [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora