Capítulo 20. Cabo suelto.

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«Cabo suelto»


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Cuando la alarma de mi celular comenzó a sonar aún me sentía verdaderamente cansada. Habían pasado tantas cosas que sentía como si estos últimos días hubieran sido meses. Agotadores meses. Estaba exhausta física y mentalmente, tanto que cuando Raúl comenzó a hacer muchas preguntas sobre la llave y el portal que nos regresaron a casa el día de ayer, un increíble dolor de cabeza me tumbó en la cama y me ayudó a quedarme dormida inmediatamente.

Al encontrarnos Raúl y yo en el pasillo del colegio ni siquiera nos saludamos como normalmente lo hacíamos. Él deslizó su mirada por la llave que colgaba de mi cuello y yo me limité a esconderla bajo la ropa para sentirla segura.

—¿Cómo está tu mamá?

—Bien, no recuerda nada de lo sucedido

Él solo asintió, a pesar de que ya me había comentado que estaba en desacuerdo con el hecho de borrarle la memoria a las personas no mencionó nada sobre el tema. Yo no lo quería presionar, sabía que él necesita tiempo para digerir todo lo sucedido ayer.

En silencio nos giramos para entrar al salón. Sin saber porqué, los pelos se me pusieron de punta y un ligero escalofrío me recorrió el cuerpo. Cuando dirigí la vista al frente me di cuenta de que todas las miradas estaban sobre nosotros, incluso las usuales pláticas matutinas habían cesado para dedicarnos toda su atención.

Raúl y yo nos volteamos a ver, extrañados. Varios murmullos se extendieron cuando comenzamos a caminar hacia nuestros lugares y comprendí que debía haber un chisme nuevo corriendo por el colegio y que probablemente se trate sobre nosotros. Después de todo, ambos habíamos desaparecido el día anterior.

Inconscientemente hice una mueca, si la hiena se enteraba volvería a estar en problemas.

Las cosas se calmaron cuando un minuto después el maestro de literatura entró al salón exigiendo silencio para continuar con la lectura de "Que no amanezca hoy". Este curso nos estábamos concentrando en libros mexicanos de autores no tan conocidos, pero ése, en particular, no me estaba pareciendo tan bueno como "La leyenda de Erith".

—Que raro es que todos te miren —comentó Raúl cuando dos horas después entramos en la cafetería.

—Querrás decir que nos miren —corregí.

Él negó con la cabeza.

—La cosa es contigo. —Fruncí el ceño al escucharlo—. Déjame averiguar que sucede, no te vayas —comentó mientras lo veo alejarse hacia la mesa de sus amigos.

Comencé a creer que Raúl tenía razón y que me miraban a mí, puesto que a él nadie lo siguió con la mirada. Me limité a ignorarlos y me concentré en destapar mi yogurt de fresa, pero cuando escuché que los murmullos aumentaban de un momento a otro volví a levantar la vista.

Sunforest 1. Amira Rey. [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora