Capítulo 32. Funeral.

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«Funeral»


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Sentada frente al espejo pude observar mi piel pálida y los ojos irritados. Respiré hondo y terminé de aplicarme un poco de polvo bajo las ojeras. Apenas hace algunas horas que había logrado dejar de llorar y tras un largo baño pude recuperar un poco la compostura, pero gran parte de mi cabeza seguía aturdida.

Respirar me dolía, por lo que intentaba hacerlo con cuidado. Por lo mismo, había escogido un vestido negro de manga larga y holgado que me dejara moverme libremente.

Joham estaba sentado atrás de mí, mirándome fijamente a través del espejo. Yo no había vuelto a pronunciar una sola palabra en toda la tarde, pero sabía que él estaba preocupado por mí.

Me había cuidado, bañado y acompañado. Y se había quedado en silencio justo cuando sabía que yo no podría responder ninguna pregunta hasta haber procesado todo. Ahora él estaba esperando pacientemente a que yo tomara una decisión que solo me concierne a mí. Sabía que se estaba haciendo tarde y me sentía muy tonta, por que en el fondo aún tenía una ridícula esperanza de que todo fuera un sueño, de que mi madre en realidad no estuviera muerta.

Pero ella no se había vuelto a mover en toda la tarde. Murió en cuestión de segundos sin darme siquiera la oportunidad de despedirme o decirle lo mucho que la amaba. Se había ido y tomar mi decisión final significaba que nunca volvería a verla.

Joham se puso de pie y volvimos a mirarnos a los ojos. Creo que notó que yo comenzaba a alterarme de nuevo gracias a la dirección de mis pensamientos, por que, con mucha delicadeza, colocó una de sus manos sobre mi hombro derecho y me proporcionó una suave caricia.

Giré mi rostro y le di un beso en el dorso de su mano, intentando agradecerle por todo.

—Quiero enterrar a mi madre junto a papá —dije con voz apagada.

Joham me miró en silencio, pero no sorprendido. Asintió con la cabeza y me acomodó el cabello detrás de la oreja. Sus ojos aún eran grises.

—¿Estás lista?

—No —admití—. Ni siquiera nos dijimos adiós.

—Sé lo horrible que es eso.

De pronto recordé que Joham también había perdido a su familia de la misma manera y a manos de la misma bruja. Él en verdad me comprendía.

—No tengo idea de qué hacer —admití.

Joham desvió la vista hacia la ventana.

—La ceremonia está a punto de comenzar —informó con tan solo ver la posición del sol—, pero si no te sientes lista podemos quedarnos aquí.

—Si me quedo aquí seguiré pensando que todo fue un sueño. Tengo que verla. Tengo que despedirme, ¿verdad?

—Cada quien vive su propio luto a su manera.

Sunforest 1. Amira Rey. [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora