Capítulo 36. Unión.

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«Unión»


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Estaba sentada en completo silencio frente a la tumba de mis padres. A pesar de que el sol brillaba con todo su esplendor, las flores alrededor de las piedras no estaban ni cerca de marchitarse. Todo lo contrario.

Una parte de mí aún no podía creer que no volvería a verlos, pero conforme pasaban los días lograba convencerme a mí misma de que eso no era un sueño del que podía despertar. Esto era la realidad. Ambos estaban muertos y ese era el único lugar que podía darme la valentía que necesitaba.

Suspiré deseando con todo mi ser que aquella fuera la decisión correcta.

—Arus...

Tras una delicada ráfaga de viento, el hada apareció frente a mí con la misma forma que hace unos días y me miró con sus dos ojos plateados.

—Alteza —saludó con una breve inclinación.

—No volveré a dejar que le hagan daño a Sunforest.

Arus asintió.

—No esperaba menos de usted.

—Aunque no estoy segura de qué es lo que necesitas de mí...

—No será fácil de comprender.

Tragué saliva al escuchar la seriedad de su voz, no era momento para acobardarme.

—¿Por qué no me lo explicas?

—¿Vendría conmigo? —preguntó extendiendo su mano para que la tomara.

—¿Eso es una prueba? —interrogué frunciendo el ceño.

El hada sonrió.

—Es usted muy lista.

—Eso espero —respondí tomando su mano.

En cuanto nuestras palmas se unieron, la colina en donde estábamos desapareció dándole paso a una oscuridad surcada de estrellas. Mis pies descalzos tocaron el suelo frío y cuando miré me di cuenta que en realidad estaba de pie sobre agua, las ondas se extendían alrededor de mi cuerpo y se volvían infinitas.

Arus se encontraba de pie frente a mí sin perder la calma que tanto lo caracterizaba.

—¿En dónde estamos?

—Muy lejos de Sunforest, pero le aseguro que aquí podemos hablar sin temor a ser escuchados.

Respiré hondo para no ponerme más nerviosa, comenzaba a arrepentirme de no haberle dicho a Joham la verdad.

—¿Sabes como puedo derrotar a la bruja?

La sonrisa de Arus se volvió peligrosa.

—Si, pero dependerá mucho de lo fuerte que demuestre ser.

—¿Qué quieres decir?

—Conozco un hechizo, pero es peligroso.

—¿Qué clase de hechizo?

—Uno que nos podría unir a usted y a mí.

Abrí la boca, sorprendida.

—¿Qué?

—Mi magia es poderosa, pero nunca he logrado acercarme lo suficiente a Isis como para arrancarle el corazón. Ella me presiente. Y ella también es muy poderosa, pero al mismo tiempo es egocéntrica, por lo que cree que usted es solamente una humana débil que no puede derrotarla. Si nos fusionamos y usted se deja secuestrar... por fin podré tenerla en mis manos.

Me mantuve en silencio algunos segundos, procesando todo lo que me acababa de decir. A alguna parte de mí le gustaba lo que estaba escuchando, pero otra seguía sin entender la parte de la fusión.

—Pero dices que es peligroso... —comenté.

—Como dije antes, mi magia es poderosa. Podría volver loca a una humana.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Que tengo fe en que usted pueda soportar el hechizo, pero no puedo asegurarlo.

Asentí levemente con la cabeza.

—¿Y si no lo logro?

—Lo más probable es que muera.

Dejé escapar el aire que había estado reteniendo y carraspeé un poco para que no se notara el miedo en mi voz.

—Supongamos que lo logro, ¿cuál es plan?

—Si lo logra, será tan poderosa como yo pero nadie podrá saberlo, ni siquiera Joham. Es muy importante que este hechizo no llegué a oídos de Isis o estaremos perdidos. El punto es que ella siga creyendo que usted es una humana incapaz de hacerle daño. Tarde o temprano la bruja la secuestrará para matarla. Esa será nuestra oportunidad y necesitamos tener ventaja sobre ella.

—¿Qué tipo de ventaja?

—Escuché que usted tiene un humano inmune.

—Raúl no me pertenece —aclaré—. ¿Y qué tiene que ver él en todo esto?

—Mucho. Con su sangre puedo hacer un amuleto que replique su inmunidad. De esa manera la magia de la bruja no podrá hacernos daño.

—Suena a un buen plan —admití.

—Estoy seguro de que puede funcionar, pero la decisión depende de usted. No podemos perder más tiempo, debo hacer el hechizo ahora.

—Entiendo.

Pensé en lo que Joham me aconsejaría de estar conmigo, pero era obvio. Ante la mínima posibilidad de que yo pudiera morir él se negaría rotundamente. Pero Arus tenía razón, Isis no tardaba en venir por mí —incluso por Joham— y yo no podría hacer nada para impedirlo. Prefería morir en el intento de detenerla que ver cómo asesinaba a alguien más frente a mis ojos.

—Lo haré.

Los ojos plateados de Arus brillaron. Con dos pasos eliminó la distancia entre nosotros y lentamente se convirtió en su forma original, aquella criatura que parecía estar hecha de humo. Sus puntiagudos dedos se aferraron a mis hombros y escuché su potente voz dentro de mi cabeza.

«Gradatim evolvebat, mixturam potestates»

No tenía idea de que idioma era ese, pero sonaba místico. Siguió repitiendo aquellas palabras hasta que su cuerpo comenzó a dispersarse y, para mi sorpresa, el humo plateado entró por mi boca y nariz.

La sensación fue bastante horrible. El humo estaba helado y me impedía respirar. Lo sentía entrar por mi boca completamente abierta y extenderse por mis venas hacia todas mis extremidades. Cerré ambas manos en dos puños creyendo seriamente que me iba a morir por la falta de aire. Mis ojos también se cerraron y perdí la noción de todo lo que estaba pasando a mi alrededor. Solo podía ser consciente del frío interno que comenzaba a envolver mi corazón como si buscara detenerlo. Y yo no podía hablar, respirar ni mucho menos gritar. Estaba verdaderamente perdida.

 Estaba verdaderamente perdida

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Sunforest 1. Amira Rey. [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora