Capítulo 18. Él no es humano.

3.3K 552 96
                                    


«Él no es humano»


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Joham y yo aparecimos en la sala de mi casa, en medio del silencio. Aquello era diferente a atravesar un portal y tenía el estómago revuelto, pero esos pensamientos se apartaron de mi cabeza al escuchar que algo metálico golpeaba el suelo.

Miré hacia la cocina escondida detrás de la barra beige y me encontré con el pálido rostro de mi mamá y sus dos ojos hinchados. De inmediato solté la mano de Joham y las levanté hacia ella, en un intento de calmarla desde lejos.

—¿Cómo hiciste eso? —preguntó ella ante mi repentina aparición—. ¿Y quién es él?

—Su nombre es Joham —lo presenté acercándome lentamente, con cuidado de no asustarla más.

Ella pegó su espalda al refrigerador, como si nos temiera. Los utensilios que se habían caído al suelo seguían ahí, yo solo las aparté con mi pie para tener el camino libre.

—No te asustes mamá —pedí—. Todo estará bien, sé que no estabas lista para escuchar sobre mi padre, pero quiero solucionarlo.

Su ceño se frunció, extrañado, y me miró como si no me reconociera. Yo aproveché su absoluta atención en mí para hacerle una discreta seña a Joham con la mano. Él se movió tan rápido que ninguna de las dos lo vio venir y, antes de que mi mamá lograra soltar un grito, el pelirrojo colocó sus dedos sobre sus sienes y sus ojos se desorbitaron.

Tras un bajo murmullo, los ojos de mi mamá se cerraron. Su cuerpo cayó de lado pero Joham logró atraparla con agilidad, casi como si estuviera acostumbrado a eso. Me di cuenta de que es más fuerte de lo que su cuerpo aparenta cuando logró cargarla sin esfuerzo alguno y con delicadeza.

La recostó sobre el sillón sin pedirme indicaciones y hasta ese momento volvió a dirigirme una mirada.

—Listo. Ella pensará que pasaste el día con Raúl y no recordará nada de lo que le dijiste. Despertará con dolor de cabeza y puede que con algunas lagunas, ya que tuvimos que borrar más de un día.

Me senté al borde del sofá para quedar junto a ella y le aparté el cabello que había caído sobre su rostro, mirándola con preocupación.

—¿Crees que algún día pueda entenderlo?

—Sí —respondió él—. Solo hace falta lo que tú dijiste; contárselo con las palabras correctas.

—¿En serio lo crees?

—Si tú lo estás entendiendo, ¿por qué ella no?

Recordé lo mucho que me había dolido enterarme de la verdad y pensé que en realidad no existían las palabras correctas para dar una noticia como esa. Sería igual de atroz, pero la próxima vez no tendría que asimilarla ella sola porque yo estaría con ella. Por el momento, me preocupaba más el que le diría cuando despertara y como hacer entender que se había perdido un día de trabajo por algo que ella ya no recordaría.

Sunforest 1. Amira Rey. [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora