Capítulo 34. Casa.

3.1K 546 79
                                    


«Casa»


En silencio, me recargué sobre el marco de la puerta de la habitación y observé a Joham dormir pacíficamente sobre su cama

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En silencio, me recargué sobre el marco de la puerta de la habitación y observé a Joham dormir pacíficamente sobre su cama. Lo que me gustaba de verlo así era poder apreciar su cara sin ceños fruncidos. Últimamente estaba tan tenso que su rostro parecía tener la preocupación tallada sobre su frente.

A pesar de que había amanecido hace ya varias horas, decidí dejarlo descansar puesto que los últimos días casi no lo había visto dormir. Y debía estar muy cansado, ya que ni siquiera el ruido o el olor del desayuno habían logrado despertarlo.

Caminé hacia él y me subí en el lado libre de la cama, ese donde yo había dormido. Me puse de rodillas junto a él y comencé a acariciarle lentamente el cabello hacia arriba.

—Buenos días dormilón.

Él se removió un poco, pero no abrió los ojos. Sonreí y continué peinando su cabello, consciente de que estaba lo suficiente despierto como para sentir las caricias.

—Ya es hora de levantarse.

Joham gimió en protesta y no se movió. Yo suspiré y decidí dejarlo dormir un poco más antes de contarle mis planes, pero cuando alejé mi brazo a punto de ponerme de pie, él sujetó mi muñeca para que no me moviera.

—Solo sigue haciendo eso —pidió con voz ronca.

Sus ojos se abrieron en ese momento y me miró de manera tan intensa que toda mi piel se me puso de gallina.

—¿Qué...?

—Esa es la manera más dulce en la que jamás me habían despertado.

Dicho eso, jaló mi muñeca y me obligó a caer sobre su pecho, donde enroscó sus brazos alrededor de mi cuerpo y me apretó contra él para que no pudiera escapar.

—Joham... —alcancé a pronunciar sorprendida antes de que él me silenciara con un profundo beso.

Al principio, acomodé mis codos a cada lado de su cabeza por miedo a que pudiera aplastarlo, pero tras un minuto mi cuerpo pareció derretirse sobre él y mis manos se deslizaron por entre su cabello hasta abrazarme a su cuello para mantenernos unidos todo lo que fuera posible. Él abrió sus piernas y yo caí en medio de ellas, poniéndonos aún más cómodos.

Tras algunos minutos, una de sus manos subió por mi espalda, siguiendo el camino de mi columna vertebral hasta alcanzar mi nuca y hacerme ligeras caricias en la parte donde comenzaba mi cabello. Eso me hizo suspirar y tuve que separarme un momento, pero se me cortó la respiración cuando él alzó sus párpados y volvimos a mirarnos.

—Joham.

Él me ignoró e intentó volver a besarme, pero yo me separé y me senté sobre su regazo, aún demasiado sorprendida como para asimilarlo.

Sunforest 1. Amira Rey. [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora