Sunforest 1. Amira Rey. [Disponible en físico]

Capítulo 15. Sopa.

«Sopa»

El domingo me levanté inusualmente de buenas. Ya no me sentía tan débil ni cansada, había comido, bebido y dormido lo suficiente como para pasar el día tranquilamente en Sunforest, por eso la llave descansaba en mi cuello, bajo mi ropa.

Me vestí con un ligero vestido rosa palo que era perfecto para los días calurosos y bajé a la cocina decidida a preparar algo rico para llevárselo a Joham, estaba segura de que una sopa le caería bien.

—¿Tienes planes? —preguntó mi mamá, aún traía puesta la pijama y estaba soplando el café que se acababa de calentar.

—Raúl amaneció con catarro. —Había estado repitiendo esa mentira desde que me levanté para que sonara convincente—. ¿Puedo ir a su casa para que se sienta mejor?

—¿Le prepararás de comer? —dijo sin poder ocultar su sonrisa.

—Si.

—¿Eso significa que ustedes están bien?

—Lo estamos solucionando —murmuré en un intento de cambiar el tema, no había hablado con Raúl desde el viernes.

—Okey —dijo satisfecha y se dirigió hacia las escaleras para encerrarse en su habitación—. Que te diviertas, yo pasaré el día viendo películas

—Gracias ma'

Aliviada por ese pendiente menos, comencé a sacar todos los ingredientes necesarios para preparar una sopa azteca. Doré las tortillas, piqué el aguacate, la cebolla, el ajo, freí el chile, rallé el queso y después de media hora de estar en la cocina por fin terminé con los alimentos.

Aún caliente, la coloqué en los moldes correspondientes, tomé un par de cubiertos y la guardé en una bolsa de tela para poder cargarla fácilmente. Subí durante un minuto para despedirme brevemente de mi mamá y prometerle que estaría en casa para antes del anochecer. Después tomé mis cosas y salí para que no sospechara nada.

Caminé un par de cuadras y me metí dentro de un solitario callejón, asegurándome de que no hubiera nadie cerca que estuviera mirando. Saqué la llave y susurré en voz muy baja.

—¿Dandelion?

—A tus órdenes.

El forestniano apareció detrás de mí, tomándome por sorpresa

—Me has asustado —me quejé con una mano en el corazón.

—No era mi intención —se disculpó divertido.

—No importa, ¿me ayudas a llegar a Sunforest?

—Por supuesto —dijo encantado.

Extendí la llave hacia él pero la rechazó negando con la cabeza.