Capítulo 44. Fin.

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«Fin»


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El cuerpo de Isis cayó sobre mis pies mientras que la sangre de su corazón chorreaba hasta mi codo y caía en gotas sobre la tierra. Me quedé muy inmóvil, comprendiendo lo que acababa de suceder, horrorizada por dentro pero fría y distante por fuera. Dejé caer su corazón a un lado de ella y observé la escena en silencio hasta que percibí que la silueta de Joham estaba a mi derecha.

—¿Arus? —preguntó. Alcé la vista sin emoción alguna—. Lograste lo que querías. Ahora sal de ella, su cuerpo no aguantará mucho más tiempo tu magia.

Quería responderle que me encontraba bien, pero solo lo miré en silencio.

—¿Ami? —susurró casi como una súplica.

Sin previo aviso, llevé mi mano hasta mi garganta y comencé a toser desesperadamente. Un humo gris comenzó a salir de mi boca, dejándome sin aire y quemándome los pulmones mientras lo hacía. Conforme Arus salía de mi cuerpo logré comprender a lo que Joham se refería. Comencé a sentir como cada uno de mis huesos dolía tanto que se volvía insoportable, sollocé y caí de rodillas sobre el césped, abrazándome el cuerpo como si así pudiera lograr que el dolor desapareciera.

—Jo... ham.

El forestniano tomó mi mano y sujetó mi cuerpo mientras pequeñas convulsiones lo dominaban. El humo seguía saliendo, impidiéndome respirar. Cada uno de los golpes que había recibido en el último rato, comenzaban a doler inevitablemente.

Comprendí que Arus y yo nos habíamos separado completamente cuando logré inhalar una bocanada de aire y mi cuerpo quedó inmóvil y sin fuerzas sobre los brazos de Joham. De todas formas, me obligué a mí misma a abrir los ojos para encontrarme con la figura del hada.

—Lo logramos —dije intentando sonreír.

En respuesta, el hada se inclinó sobre mí y puso uno de sus brazos sobre mi hombro.

—Siempre estaremos en deuda contigo, Amira Rey.

Un Joham enfurecido utilizó su magia para separar a Arus de mí.

—¡ALÉJATE DE ELLA! —vociferó—. ¿Cómo pudiste hacerle esto?

—Joham —intenté tranquilizarlo—. Está bien.

—¡Claro que no está bien! Los humanos no están hechos para resistir la magia Amira. ¡Tú cuerpo está agonizando!

—Necesitas una sanadora urgentemente —pronunció Arus demasiado serio —el último rayo de Isis la dejó bastante destrozada, podría morir en cualquier momento.

Joham jadeó al mismo tiempo que yo comprendía porque todo se estaba volviendo inevitablemente negro y la consciencia se me escapaba de las manos.

Joham jadeó al mismo tiempo que yo comprendía porque todo se estaba volviendo inevitablemente negro y la consciencia se me escapaba de las manos

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Alguien palmeó mi mejilla y, confundida, abrí los ojos. Joham estaba frente a mí, sosteniendo mi cabeza con ambas manos. Cuando me vio reaccionar se acercó aún más, logrando que todo lo que pudiera ver fuera él. Sus ojos verdes habían cambiado a grises, ese color que yo tanto odiaba.

—Joham —me sorprendió la debilidad de mi voz, tanto que parecía que yo no acababa de pronunciar su nombre.

—Ami —sus ojos se llenaron de lágrimas y sentí como sus manos temblaban al intentar sostenerme.

—¿Qué... sucede? —logré preguntar al comprender que mi respiración era demasiado forzada y el pecho me dolía cada vez que respiraba.

—La flor... no está funcionando Ami.

Lo observé en silencio mientras entendía sus palabras, estaba muriendo. Un extraño frío me hacía temblar de pies a cabeza, un frío que hacía que me dolieran los huesos, que no provenía del exterior sino que parecía venir de mi interior. No pude evitar gemir ante el insoportable dolor.

Joham sollozó y esa fue la primera vez que lo escuché hacer algo así. Una de mis manos logró subir hasta su mejilla y la acaricié suave y temblorosamente. Sus ojos me miraron con una tristeza imposible de describir, mientras continuaban derramando lágrimas.

—Joham.

Él sostuvo mi mano y me dio un tierno beso en la palma.

—Vas a estar bien.

Pero yo sentía como cada respiración me estaba costando más trabajo.

—Joham —insistí— yo te proclamo... rey de Sunforest —ordené muy consciente de todos los forestnianos estaban a nuestro alrededor, viéndome morir.

—¿Qué? —preguntó él, sorprendido.

—Gobernarás... el bosque... cuando yo no esté.

—Amira...

—Lo harás bien... eres un líder. Lo descubrí... el día de la asamblea. Cuando te vi frente a todos... —Un ataque de tos no me dejó continuar, el pecho me ardió como si se me quemara y la boca me supo a sangre.

—Resiste por favor. Ami, por lo que más quieras utiliza todas tus fuerzas y quédate conmigo.

Contra todo pronóstico, sonreí al escucharle decir algo tan dulce.

—Te amo —dije por primera vez y se me quebró la voz—. Prométeme que los cuidarás.

—Ami, por favor... —suplicó.

Pero, aunque no quisiera, mis ojos se cerraron y lo último que escuché antes de dejar de respirar fue un desgarrador grito lleno de dolor.


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FIN

Sunforest 1. Amira Rey. [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora