Sunforest 1. Amira Rey. [Disponible en físico]

Capítulo 35. Promesas.

«Promesas»

Poco a poco, sus ojos aceitunados comenzaron a abrirse y me miraron confundidos. Su ceño se frunció y gimió suavemente.

—¿Dónde estoy?

—En Sunforest.

Su mirada desenfocada cayó sobre mí, parecía que estaba intentando hilar sus ideas. Yo esperé pacientemente a que lo hiciera.

—¿Ami? —preguntó.

—Hola —lo saludé tomando su mano—. ¿Cómo te sientes?

—Ami —repitió como si no pudiera creerlo.

—Aquí estoy.

Intentó levantarse y con su mano libre se sobó la nuca, mientras soltaba un suave gruñido.

—¿Qué... pasó?

—Mmm —dudé.

—Maldita sea, ¿tu forestonto me lanzó una mesa? —preguntó con los ojos entrecerrados.

—No fue intencional.

—¿Qué no fue intencional? ¡No lanzas una mesa por accidente!

—No sabíamos que eras tú, esperábamos problemas.

Raúl me miró y esta vez lo hizo con atención. No tenía idea de si mi rostro le diría algo, pero de lo que estaba segura es que él era una de las pocas personas que me conocían a la perfección.

—¿Estás bien? —sonreí al escucharlo, pero se trataba de una sonrisa falsa y él lo sabía—. ¿Por qué has faltado a la escuela? Estaba muy preocupado por ti. Tuve que entrar a tu casa por la fuerza.

—He estado aquí —admití—. No estoy segura de cuantos días.

—No puedes hacerme eso Amira, no puedes solo desaparecer de mi vida de esa forma.

—No te muevas mucho —pedí intentando mantenerlo acostado sobre la cama—. Nunca fue mi intención desaparecer, solo fue algo que sucedió.

—No entiendo.

—Raúl —suspiré—. Voy a quedarme aquí.

—¿Aquí?

—En Sunforest.

—No puedes hacer eso —me regañó—. ¿Y la escuela? ¿Y tu mamá? ¿Y yo? No puedes dejarlo todo. Tú ya tenías una vida antes de encontrar esa llave.

Sin querer agaché la cabeza, incapaz de verlo a los ojos mientras se me humedecían. Respiré hondo y sentí como él apretaba mi mano.

—¿Ami? —preguntó preocupado.