Capítulo 39. Propuesta.

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«Propuesta»


Un cosquilleo en el cuello me hizo suspirar entre dormida y despierta

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Un cosquilleo en el cuello me hizo suspirar entre dormida y despierta.

—Cinco minutos más —pedí.

Una sonrisa se tatuó en mi piel y entonces comprendí que eran los labios de Joham escondiéndose detrás de mi oreja.

—Buenos días —susurró dulcemente mientras me envolvía en sus brazos.

—Buenos días —respondí abriendo los ojos y girando el rostro lo suficiente para ser recibida con un corto beso.

—¿Dormiste bien?

—Mmm... —ronroneé.

Él no fue capaz de ocultar su sonrisa de autosuficiencia.

—Yo también —aseguró con sus dos ojos completamente dorados. El corazón me dio un vuelvo al verlos—. ¿Cómo te sientes?

—De maravilla.

—¿No te duele?

—Solo un ligero ardor, ya pasará ¿podríamos quedarnos todo el día en cama? —supliqué.

Joham me miró con una sonrisa pícara y el cabello completamente despeinado.

—¿Quieres más?

—Creo que siempre querré más... —admití con las mejillas encendidas.

Con un solo brazo me pegó a su cuerpo y con sus labios abrió mi boca para besarme tan profundamente que hasta las piernas me temblaron. Giró y me arrastró hasta que quedé completamente encima de él y nuestros pechos desnudos se unieron.

No sabía cómo haría para separarme de él después de aquello. Ese momento era perfecto y no quería que terminara nunca. Estaba tan perdidamente enamorada de aquel forestniano que fácilmente podría olvidarme de todo el plan con tal de quedarme en cama con él.

Un calor diferente comenzó a recorrer mi pecho y mis ojos se abrieron de golpe, asustados. Mi cuerpo se paralizó completamente y dejé de tener control sobre él. Joham frunció el entrecejo ante eso.

—¿Estás bien?

—Sí —respondí, pero mi cuerpo siguió inmovilizado y maldije para mis adentros.

—¿Te lastimé?

—No es eso... pero creo que tomaré una ducha —improvisé.

Mi cuerpo pareció estar de acuerdo con eso y, aún controlado por Arus, me puse de pie y cubriéndome con la sábana me dirigí hacia al baño, dejando a un Joham lleno de confusión en la cama.

—Maldita sea Arus —maldije bajo el agua fría de la regadera—. No te tienes que tomar todo tan en serio.

«Anoche hice un escudo entre tú y yo para darte suficiente privacidad. Deberías estar agradecida» —. Me sonrojé al escucharlo, las manos y la boca Joham hicieron que Arus se me olvidara por completo la noche pasada. —«No vi ni escuché nada» —me juró al percibir mis pensamientos—. «Créeme, lo hice por mi propio bien».

Sunforest 1. Amira Rey. [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora