Capítulo 26. Besos húmedos.

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«Besos húmedos»


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Estuve tentada a seguirlo para averiguar hacia dónde se dirigía, pero en su lugar giré hacia Joham y lo miré con curiosidad.

—¿Qué fue eso? —pregunté.

—Sabe quién eres, vino a presentar sus respetos.

—Es un venado.

Joham sonrió con diversión.

—No todo es lo que parece Ami, pero lo has hecho bien.

—¿Qué hice bien?

—Ya lo entenderás.

Crucé mis brazos y lo miré frunciendo el ceño.

—¿Otra vez vamos a comenzar con las frases vagas y sin explicaciones?

—Esa no es mi intención —aseguró divertido— pero te traje aquí para que te distrajeras, no para que tengas más preocupaciones.

—¿Y cómo piensas distraerme?

Su sonrisa se ensanchó.

—No debiste preguntar eso.

En un abrir y cerrar de ojos desapareció y reapareció detrás de mí. Sus brazos me alzaron sin previo aviso y jadeé sorprendida, pero él no me dejó caer. Me acunó junto a su pecho y cuando giré el rostro para verlo nuestras caras quedaron tan cerca que era una tortura.

Mi pulso se aceleró e inconscientemente me relamí los labios, ocasionando que sus ojos verdes se oscurecieran un poco. Me abracé a su cuello y de un salto volvió al precipicio, donde el aire soplaba y me enredaba el cabello en la cara impidiéndome ver.

Lo aparté a tiempo con mi mano como para captar el brillo frenético de sus ojos. Ni siquiera alcancé a preguntarle qué estaba haciendo cuando él dio un paso al vacío y ambos caímos hacia el final de la cascada.

Grité con miedo y enterré mis uñas en su ropa. Sentí como si el estómago se me subiera hasta la garganta y cerré los ojos justo antes de golpear la superficie del agua.

Nos hundimos algunos metros y comprendí que era más hondo de lo que parecía, así que me separé de Joham y comencé a nadar rápidamente hacia arriba. Gracias a mi grito no había alcanzado a tomar el aire suficiente y necesitaba respirar.

Rompí la superficie y di una gran bocanada de aire. La brisa de la cascada se levantaba como si fuera humo blanco, así que me alejé de ella.

—Muy gracioso Joham. —Me quejé en voz alta y miré a mí alrededor—. ¿Joham?

El forestniano no había salido detrás de mí, me encontraba sola y la preocupación hizo que el corazón se me encogiera dolorosamente.

—¡Joham! —grité.

Sunforest 1. Amira Rey. [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora