Lo de siempre

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Bruno: Ey!

Bruno: Te apetece hacer algo?

Yo: Como que?

Bruno: Lo de siempre

Yo: Ok

Yo: En tu casa?

Bruno: Mi padre y mi abuela están aquí :(

Yo: Entonces?

Bruno: No se. Hay alguien en tu casa?

Volví a gaurdarme el teléfono en el bolsillo. En mi casa no había nadie. Mi padre había empezado a trabajar de barrendero hace poco y Oscar se había ido a pasar el día a Tarragona con unos amigos. Pero yo aun no me sentía del todo seguro llevando a gente a casa. Aunque, bueno, Bruno y yo llevábamos quedando desde que acabó el curso y sabía que a él le daría igual que mi piso (o mejor dicho el de mi abuela) fuera más viejo que el hilo negro. Así que por una vez en mi vida decidí dejar atrás los prejuicios e invitarlo.  Mi móvil volvió a vibrar.

Bruno: Holaa?

Yo: En mi piso en media hora

Yo: Ahora te paso la ubicación

Bruno: Ok

Recogí un poco mi alcoba, tampoco demasiado, me di una ducha y baje a la farmacia  de al lado de casa a por condones, la semana pasada los habíamos gastado todos. Estuve viento la tele hasta que sonó el timbre.

Invité a Bruno a entrar, haciéndole un gesto con el brazo. Él se quedó plantado en mitad del salón mirándolo todo.

-No me lo puedo creer. -dijo sentándose en uno de los sillones.

-¿Qué?

-Estoy en casa del gran Pol Rubio. -sonreí y me acerqué a él

-Eres muy gilipollas.

-No, lo digo en serio, pesaba que este momento no llegaría nunca.

-Bueno, es que es un privilegio que no muchos tienen.

Bruno se levantó y se puso a escasos centímetros de mi mientras me agarraba suavemente el cuello de la camisa vaquera.

-Ahora me encantaría ver tu habitación... - dijo rompiendo el poco espacio que quedaba entre nuestros labios con un beso.

-Ah, si? - pregunté agarrándolo por la cintura para acercarlo aún más a mi.

El chico asintió mientras se mordía el labio inferior, yo sonreí y continué besándolo, pero ahora más apasionadamente, mientras bajaba las manos a sus glúteos y después a sus muslos. Lo levanté y él enredó sus piernas en mis caderas.

-Pues vamos.

Nos besamos hasta llegar a mi habitación, lo senté sobre el escritorio y fui bajando la mano lentamente hasta llegar a su entrepierna. Le quité los pantalones y los boxers y empecé a masturbar su miembro, el cual ya se encontraba erecto. Comencé a besarle el cuello y cerca de la oreja, sabía que eso le encantaba, sin dejar de masturbarlo. Al cabo de un rato me arrodillé para meterme su miembro en la boca, casi entero.

Yo no tenía mucha práctica, no había hecho demasiadas mamadas, pero poco a poco iba mejorando. Lo notaba en como inclinaba su cabeza hacia atrás y comenzaba a gemir cada vez más fuerte. Al rato me detuvo.

-No puedo correrme todavía.

Volví a ponerme de pie, Bruno me quitó la camiseta para después quitarse la suya, me guió hasta la cama y se colocó encima de mi, para acabar de desnudarme. Yo estaba completamente duro y mojado, al verlo Bruno sonrió y se lo metió en la boca, primero despacio y luego más rápido, mientras hacía esas cosas con la lengua que tanto me gustaban. A mi me habían hecho muchas mamadas, pero las de Bruno siempre eran especiales.

Al poco tiempo cambió su boca por su mano y me besó profundamente, quería que me probara.

-Tu tampoco puedes correrte todavía.

-Los condones y el lubricante están en el segundo cajón. -dije algo ronco.

Bruno abrió un condón y me lo puso muy suavemente. Volvió a colocarse a horcajadas sobre mi y alineo mi miembro con su entrada.

-¿No quieres que te prepare primero? No quiero que te duela.

-Tranquilo, ya me he preparado yo en casa.

Imaginarme aquellas cosas me ponía muchísimo. Sonreí y lo besé mientras colocaba mis manos en su cintura y él bajaba muy lentamente hasta quedarse sentado en mis caderas. Tenía la necesidad de empezar a moverme, pero no podía, sabía que él necesitaba un tiempo para adaptarse.

Bruno echó la cabeza hacia atrás, suspiró y abrió ligeramente la boca, mientras algunos mechones le caían sobre los ojos. Eran unas vistas maravillosas, para mi Bruno siempre había sido un autentico Dios romano. Me encantaba ver su cuerpo desnudo en su totalidad sobre mi y su cara de placer absoluto.

-¿ Qué tal?- dije tras haber pasado un rato admirándolo, mientras acariciaba su cintura. Su agujero estaba cada vez menos apretado y notaba como empezaba a amoldarse a mi.

-Bien. - contestó y volvió a suspirar.

Colocó las manos en mi pecho y comenzó a moverse lentamente, pero con movimientos profundos. Yo me quedé quieto, simplemente dejé las manos en sus caderas para acompañar sus movimientos, sabía que le gustaba tener el control a veces .

Poco a poco fue aumentando la velocidad de sus movimientos y a gemir cada vez con más fuerza, estaba golpeando el lugar adecuado en su interior. Al rato yo también empecé a mover las caderas, el sonido de nuestros cuerpos chocando debía sonar por toda la casa y nuestros gemidos, como mínimo, por todo el vecindario. Aquello era el cielo.

Tras unos cuantos minutos se quitó de encima de mi y se puso a cuatro patas subiendo el culo. Sonrió picaramente y me hizo un gesto con la cabeza. Bruno sabía que aquella era una de mis posturas favoritas, ver su espalda tan bien formada y su culo me encantaba. Me coloqué detrás de él y comencé a penetrarlo, esta vez con más ganas, ya no le dolía. Intenté volver a golpear su próstata en cada envestida, yo estaba a punto de correrme y quería que acabásemos los dos a la vez.

-Aahh, joder Pol!!!- gimió y agarró las sabanas con fuerza.- Tócame.- dijo volviendo la cabeza ligeramente para mirarme.

Yo hice lo que me pedía y comencé a masturbarlo con energía.

-Voy a correrme.- dije entre gemidos.

Bruno movía su cuerpo para que las envestidas fueran todavía más fuertes.

-Ya casi estoy!!- contestó

Aumenté la velocidad de mi mano para hacerlo llegar lo antes posible.

-Diooos!!- casi grité y me corrí.

Seguí moviéndome dentro de Bruno unos segundos hasta que él también acabó, manchándome las sabanas nuevas y parte de mi mano. Me quité el condón, le hice un nudo, lo tiré al suelo y me recosté al lado de Bruno.

-Ahora me siento como vació. -dijo el chico mientras se colocaba de lado para poder mirarme.

-Hombre, normal. -dije y sonreí. -¿Qué tal ha estado?

-Muy bien. Diría que una de las mejore veces.

Me quedé unos segundos en silencio y giré la cabeza para poder verlo mejor.

-Buah. ¿ En serio ?

-Si.

Los dos sonreímos, Bruno se acercó para darme un suave beso y se quedó apoyado en mi pecho, mientras yo jugueteaba con su pelo.  A los pocos minutos se quedó dormido, los dos estábamos cansados. Yo tampoco tardé mucho en cerrar los ojos.

We are not friends [Brunol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora