Silencio

2.3K 232 14
                                    

Matías había crecido en un orfanato y a pesar de ello siempre fue un chico bastante explosivo e inquieto. No le importaba dormir con doce chicos más en camas planas y cobertores ásperos; trataba de contagiar su alegría a sus compañeros cuando jugaba a la pelota o durante las clases.

Algo que inevitablemente hizo que se ganara un fama. No por su entusiasmo, sino porque era el último de su generación en el orfanato, ninguna pareja lo había escogido y eso lo había notado su profesor de historia quien se encariñó de él y lo llevaba a dar paseos fuera del orfanato, a veces de forma clandestina por no haber conseguido el permiso del director del centro.

Era risueño y a pesar de que no se volvió una obsesión si que tenía la esperanza de que lo adoptaran, tanto que siempre que iba una pareja siempre se colaba para escuchar detrás de la puerta. Pero un día, se coló para escuchar lo que le decían a su profesor.

"Sabes que eso es cruel" escuchó una vez luego de un paseo, "lo sé. Sólo quiero que mantenga esa felicidad, porque tú y yo sabemos que mientras más crezca menos oportunidades va a tener.

"¿Por qué no me adoptas tú?" Le preguntó una tarde mientras hacía los deberes con él. "No tienes hijos, ¿tu esposa no quiere?

Aquella afirmación hizo reír a Rogelio y lo preocupó aún más. Si estaba dudoso de hacerlo, al oírlo parecía aún más lejana siquiera pensar en hacerlo.

"Yo no puedo ser tu papá" le dijo, "yo no tengo una mamá para ti".

Además de que en esos años aún no era legal la adopción de parejas homosexuales por lo que por más que también tuviera cariño. Esa tarde lo acompañó a la salida, eran comienzos de vacaciones así que Rogelio se iría por un largo tiempo de ahí. Y entonces ahí sin saberlo, vio lo que tanta inseguridad le provocaba a Rogelio, él no tenía una esposa, pero si tenía a un hombre con quien se besaba luego del trabajo.

Percibió aquello con lo que siempre había soñado: amor. Las miradas que se dedicaban era en su mente lo que entendía por amor. Así que sin más, salió corriendo para alcanzarlos y detenerlos de subirse a su coche.

"Eso es todo lo que necesito" aseguró "una familia llena de amor" y sólo eso bastó para que los tres se convirtieran en una familia, dando como resultado una montaña rusa como infancia; entre amigos que lo entendieron y se quedaron a su lado como si se tratase de lo más normal del mundo hasta rechazo por parte de otros compañeros que le hicieron un poco dura la primaria y la ESO.

Pero jamás ocultó tener dos padres. Sintió la ineludible necesidad de acercó cada vez que una oportunidad se le presentaba, porque esos dos hombres lo habían hecho feliz y le ofrecieron una mejor vida de la que había imaginado tantas veces en la cama dura del orfanato.

Matías miró su reloj. Estaba justo de tiempo, había pasado su tarde de nuevo charlando con Pilar, Diego y Eraldo que se le pasó el tiempo volando. Llegó a Atocha para recibir a sus padres. Renato estaba parado en la calle cerca de la entrada.

-Perdona el retraso -captando la atención de su tío.

-Hoy los chicos preguntaron por ti. Creí que nos alcanzarías -enfundado en un abrigo ligero.

-Lo sé, pero me invitaron unas cañas, mi profesora y sus amigos.

-Ah. No pierdes el tiempo -mirando la puerta.

-No. no tengo oportunidad.

Pero, lo que sí que podía llevarse su atención era Diego.

-Había un chico, un profesor -escuchado lo extraño que soñaba que un chico de dieciocho años fuera profesor de nada -, muy inteligente. Bueno, todos son muy cultos e intelectuales...

Detrás del caleidoscopio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora