Guitarra nueva

652 79 11
                                    

La relación con Santiago era particular. Ambos habían hecho migas por hablar el mismo idioma: las canciones. Y es que Santiago había escapado un par de meses a la montaña con su guitarra y un par de amigos antes de tomar las responsabilidades que su familia le imponían, ahí había conocido a Diego: con una guitarra nueva, que Antón le había comprado, tocando una y otra vez acorde a dulces y melodiosos. Santiago había notado es esfuerzo de Diego por mantener el ritmo y la afinación de cada nota.

Y tan como seguía siendo, no se contuvo y se acercó a esperar el tono que le indicase empezar a cantar: llega tarde el veintiocho y nerviosa miro el reloj.

Curiosamente Diego no se detuvo y Santiago del fue acercando sin dejar de cantar y ver cómo la expresión de susto de Diego cambiaba a una mucho más alegre. Siguieron tocando y cantando hasta que la canción terminó.

"Tocas bastante bien" dijo Santiago sentándose a su lado.
"Me he equivocado en..." respondió avergonzado. Aún no se acostumbraba al desgaste de sus dedos que le seguían doliendo.
"Bah, no lo he notado, no seas tan exigente contigo mismo" le dijo viéndolo, "sabes. Hace años que no escuchaba esa canción. Crecí con ellos y... me has transportado a una época un poco más alegre, gracias" rozando su hombro con el de Diego, que sonrió animado.
"Deberías venir, mis amigos y yo también tocamos por diversión. Podríamos enseñarte un par de canciones más".
"Me encantaría"

Diego pensaba que estaba solo un martes después de clases. Había desempacado los muebles que había comprado y no tenía ni idea de cómo armarlos, así había llamado a Santiago para que lo ayudara. Y así fue, sobre las dos del mediodía que llamaron a la puerta, despertando a Pablo, que había estado durmiendo en su habitación. Diego bajó las escaleras y abrió la puerta y ahí lo encontró, sonriente y en una pose que no sabía bien de qué iba hasta que abrió la boca:

-Good day sunshine, love you. Are you ready for a perfect sunny day? -cantó tratando de imitar la voz melodiosa del cantante.

Diego no pudo evitar abrazarlo lleno de alegría. Era fácil ponerlo de buenas con un fragmento de su canción favorita, de su integrante favorito, de su boyband favorita.

-Madre mía, no puedo creer que me hagas extrañarte antes tiempo -confesó Santiago -, no me he marchado y ya quiero volver.

Diego soltó una risa y cogiendo sus manos admitió: -siempre serás bienvenido a este lugar: a mi lista de obsesiones, de nombres a olvidar. Anda, pasa. Gracias por venir a ayudarme.

-Bah, sé que quieres hablar conmigo.

-Pues es verdad. Pero ven, cuéntame qué ha sido de tu vida.

Pablo se quedó en el borde de la escalera. Desde ahí podía ver lo que ocurría en el salón. Diego se había acomodado en el sofá para escuchar atento a su amigo.

-Mi vida -pensó Santiago -, pues hasta hace poco era el trabajo pero he conocido a alguien y... nos hemos prometido.

-¡Pero muchas felicidades! -abrazándolo de nuevo -, but don't forget who's taking you home -rió.

-Claro que no. I was young, my heart was always on the run, but you make loving fun.

Ambos se quedaron en silencio. Seguro que nadie entendería jamás esa forma de ser y ejemplo de ello era Pablo, que ni siquiera sabía que se habían dicho. Pero era lo increíble de esa amistad. Había supuesto un antes y un después para ambos que no fueron los mismos cuando se separaron.

-¿Qué tal tu relación con Dani? -preguntó sacándose el abrigo. Las risas lo habían acalorado.

-Ah, cuantos cuentos cuento, si te soy honesto. Mais sans ton amour, je ne serais pas moi.

Detrás del caleidoscopio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora