Puerta abierta

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El martes siguiente Leslie estaba en la casa de Diego. Estaba a su lado. Su familia seguía de vacaciones en Manchester, un lugar que no le agradaba tanto a Leslie. Era los días en que el restaurante cerraba y podían ir a visitar a sus abuelos, con los que no se llevaba bien porque a sus ojos él, a comparación de Paty, alguien sin oficio ni beneficio sólo porque había dejado la carrera de cocinero como lo era su padre y lo había sido su abuelo paterno. Paty, su hermano mayor, había estudiado un grado en turismo y hostelería y había ayudado a su padre a relanzar su restaurante creando mejores estrategias para ello.

Así que sólo tenía a Diego y este sólo le tenía a él. No quiso hacer nada más en todo el día, no había insistido en salir o ver la tele.

-¿Nada? ¿Ni una llamada, un mensaje...?

-Nada -dijo Diego.

Pero es que la calma o ignorar lo que estaba ocurriendo no se le daba a Leslie, quien tuvo una pequeña explosión de todo lo que estaba sintiéndolo.

-Si te lo he dicho. Que la oscuridad jamás da tregua.

-Leslie, no estás ayudando.

-Yo lo sé pero... es que debiste defenderte, debiste decir algo.

-No sabía que decir. Su mirada era acusatoria. Y tampoco quería decir algo que favoreciera el argumento de Lidia.

-Un argumento sin sentido ni fundamento.

-Sí... -dijo Diego recargado en la pared sin afán de hacer nada más.

-Voy al Fnac, ¿necesitáis algo? -interrumpió Pablo asomándose a la habitación de Diego.

-No -respondió sin mirarle.

-Eh, yo... vete adelantando y te alcanzo -dijo Leslie mirando a Pablo.

-Vale.

-Ahora vuelvo -girándose a ver a su amigo -. He querido ir a comprar una figura de Harry Potter y no se me ha presentado la oportunidad. ¿No te importa, cierto?

-Claro que no. Ve.

Pablo sintió como Leslie le alcanzaba antes de llegar a la boca del metro.

-¿Está todo bien?

-Sí -dijo de forma escueta. Algo que Pablo aceptó sin más.

Cuando salieron en Callao, Leslie miró el poco tránsito, un poco inusual a pesar de la hora, de personas así que lo pensó un poco mejor.

-Espera, ahora que no hay personas... -señalando su tarjeta y volviendo a la máquina.

Cuando completo la recarga de su tarjeta, volvió a subir las espalderas y ahí se encontró de nuevo con una escena: Dani se había topado con Pablo de casualidad.

-Dani, que sorpresa. ¿Qué tal? -chocando su mano con la de Pablo -. Hace días que no te veo por casa.

Leslie se fue acercando lentamente, dispuesto a darle la oportunidad de que Dani dijera lo que estaba pasando, pero este sólo bajó la mirada.

-¡Es un cobarde! -exclamó Leslie a lo lejos -, ¿has visto que no ha levantado la cabeza?

-Pero bueno, ¿tú estás en todas partes? -preguntó Pablo avergonzado. Frente a él no podía mentir ni defenderse. Era cierto todo lo que decía. Después de escuchar a su hermana pronunciar esas palabras, en su cabeza entró una idea poco grata para él, que tenía un poco de verdad y sentido.

-Estoy en Madrid por Diego, mi amigo y ahora que tiene familia con su familia.

-¿Pasa algo? -le preguntó a Leslie sin dejar de mirar a Dani.

Detrás del caleidoscopio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora