Amistades dispares

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Diego había dejado crecer su pelo, haciendo ver ondas más pronunciadas, con más volumen, tanto que su flequillo ahora le rozaba el borde derecho de sus gafas. Sin duda le refinaba más el rostro y según Pablo lo hacía ver más intelectual, como todo un artista refinado y chic. Esa mañana vestía un jersey rojo carmín con una franja gruesa en azul marino, vaqueros y una americana de lana en azul marino.

Miraba por su ventana, mientras acariciaba a Milo que estaba recostado a su lado, esperando a su padre, que hacía una llamada a Italia; al parecer querían traducir un famoso libro italiano al castellano, cuando el móvil de su padre, que estaba sobre la mesa de la cocina, comenzó a sonar. Era un número de Inglaterra. Dudó en tomar la llamada pero, tal vez era algo importante.

-Hi -dijo al tomar la llamada. Su voz era mucho más suave cuando estaba al teléfono, como si ese aparato fuera imponente para él. Escuchó preguntar por su padre, pero esa voz la conocía. -Leslie? -preguntó en un tono entusiasmado -, ça va, oui. No, I'm not living more in Valencia. Yes... so sad, yeah in Madrid... Are you coming soon? Oh my gosh of course I will... my father? No sé dónde está ahora -soltando una risa -, no. Claro que si. Me encantaría verte. Vale. Bye.

-¿Quien ha llamado?

-Leslie. Que viene a España y quería vernos -dijo lleno de ilusión - dice que viene después de navidad.

Sin duda la navidad siempre había sido una de sus épocas favoritas porque su padre siempre le sorprendía llevándolo a un restaurante para disfrutar de la cocina extrajera. Así había conocido a Leslie. Su padre era el chef de un restaurante francés al que solía llevar cuando era pequeño, tanto que se habían vuelto muy amigos.

-Qué bien. Así no tengo que preocuparme por los billetes de avión. Estoy listo, vamos.

——///——

-Diego está de suerte -aseguró Esteban mientras llegaba al parkin con Matías a su espalda -, Laura irá a la fiesta.

-¿Invitaste a Diego a una fiesta?

-Sí -respondió en tono triunfal Esteban.

-¿Qué? ¿Y aceptó?

-Claro, tengo un poder de influencia superior -haciendo soltar una sonrisa a su novio, que rompió en un segundo -. Y creo que te has equivocado, no es insípido, sólo es algo... cohibido.

-¿Qué? ¿Le has dicho que lo dije?

-Sí -respondió sin más bajando de la moto.

-¿Pero por qué has hecho eso?

-Te sorprendería lo fuerte que puede llegar a ser ese chiquillo -dandole ya palmada en la espalda antes de entrar en el edificio más cercano.

Siguió hablando pero no obtuvo respuesta, así que se giró y vio que Matías se había quedado atrás.

-Descuida, se lo ha tomado con gracia.

Pero Matías no estuvo tranquilo con esa afirmación. No podía dejar que Diego creyera eso. Había intentado durante toda la mañana localizarlo. Durante las clases no pudo concentrarse, estaba tan angustiado de pensar en la reacción que pudo haber tenido. Tanto que no soporto y volvió a sus rondas.

-¿Pero dónde vas?

-A buscar a Diego.

Parecía que era difícil. Pablo y Diego conseguido en poco tiempo cerrar filas e impedir que nadie más rompiera su tranquilidad. Ambos habían vivido en un mundo donde fingir había sido la norma y querían ahora estar en paz sin que nadie les dijera nada. Pablo había huido de las chicas que lo forzaban a decirse por alguna de ellas y aunque no era como Diego, eso terminaba por frustrarlo. No había ido a la escuela para tener novia, no por el momento.

Detrás del caleidoscopio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora