Acuarelas

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El verano fue avanzando. Entre dudas y acordes, Matías se sentía más incómodo ante la presencia de Diego y esa forma extraña, que ahora notaba, en que lo hacía sentir. En ocasiones notaba que lo miraba, pero no prestaba atención a lo que estaba diciendo y tenía que volverle a preguntar a Diego lo que había dicho.

No le gustaba esa vulnerabilidad que estaba sintiendo. Él no era así. Nunca antes había visto a nadie como veía a Diego mientras leía su historia, ni había memorizado ningún par de labios de ninguna chica con la que había estado antes. Jamás había sonreído como idiota cada vez que Diego lo hacía y lo odiaba porque era muestra de que no sabía qué hacer. Además, no entendía qué era lo que le podía gustar de un chico que no hablaba mucho, que prefería el silencio a estar a fuera haciendo cosas.

Era sábado y como tenía que ser estaba en sus lecciones de guitarra. Como siempre Diego estaba frente a él, sin decir nada, con su mentón recargado sobre sus puños viendo atento las notas que Matías tocaba.

-No, este va un poco más... -dijo Diego sintiendo el abrupto tirón que Matías tuvo y que lo hizo soltar su mano del mástil ocasionando que esta se cayera a sus pies y soltara un leve grito de dolor.

Todo porque Matías sintió un leve roce de los nudillos de Diego.

-¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?

-Sí -viendo a su padre aparecer algo preocupado -, ha sido sólo un golpe con... la guitarra de Matías que tiró y... se rompió.

-¿Tiene arreglo? -preguntó Antón al verla también rota de la mitad del mástil.

-No lo sé.

Matías estaba avergonzado que lo único que pudo hacer fue salir de ahí.

-Creo que mejor me voy -anunció Matías recogiéndola -, perdón por el golpe.

-Esta bien. Nos vemos en la academia.

-Claro -sin despedirse ni ver a ninguno de los dos a los ojos.

-¿Está bien? -acercándose a la terraza para verlo huir.

-Honestamente no lo sé. Parecía incómodo hoy... -recogiendo todo.

——///——

-Y cuando sientí su roce fue que quité la mano.

-¿Necesitas más pruebas para aceptar que te gusta Diego?

-¡Es que es imposible cuando ese niño no dice nada! He hecho un montón de cosas para sacarle algo de conversación pero nada.

Renato sacó su móvil y buscó algo.

-Léelo. Desde el segundo párrafo.

Matías lo dudó al ver el título pero lo hizo. Tal vez era algo interesante.

-Los introvertidos no deben ser confundidos con personas tímidas ya que poseen cualidades sociales que logran desarrollar en pequeños grupos. Son incapaces de seguir conversaciones superficiales que no requieran gran profundidad intelectual y cuando ocurre sienten un gran desgaste emocional por tratar de aparentar ser normales y por las presiones sociales a las que a veces son sometidos.
Los introvertidos tienen su propio ritmo que no están dispuestos a sacrificar por factores externos que atenten con su paz interior. Si bien pueden asistir a reuniones sociales grandes, para ellos no hay mejor confirmación que la de una cancelación.

-Entiéndelo de una vez. Si quieres acercarte a Diego, tienes que entender su ritmo. No lo presiones.

Matías lo entendió un poco mejor pero seguía teniendo una gran duda.

Detrás del caleidoscopio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora