SÁBADO, 1 DE JUNIO DE 2019
PAULA P.O.V.
Tras terminar el tercer curso de la carrera al fin comenzaba el verano.
Desde el año pasado, cuando conocí a las chicas y cuando comencé a enviarle las misteriosas cartas a Chris, he estado mejor que nunca. Supongo que tal vez fuese eso lo que me faltase para sentirme completa, personas que nunca me fallasen. Hasta entonces había encontrado a algunas de ellas en estos últimos años y daba gracias porque aún siguiesen junto a mí pero también debía aceptar que Chris no sería una persona más de ese grupo. Puede que no muchos de los chicos que me han gustado me hayan hecho sentir especial pero si de algo estaba segura al 100% era de que él había marcado mi vida de forma diferente y eso era lo que más me gustaba de él, su hermosa y sencilla forma de enamorarme con una simple sonrisa, palabra o mirada.
Hace dos días, un viernes de verano como cualquier otro, me desperté sobre las nueve de la mañana, hice la misma rutina de siempre y antes de poder llamar a las chicas para preguntarles si querían ser mis modelos para una sesión de fotos alguien llamó al telefonillo para entrar por la puerta principal del edificio en el que vivía. Pregunté quién era y para no perder la costumbre me respondió la cartera del barrio con total confianza, le abrí y en unos segundos ya estaba a pocos metros de mí. Recibí unos cuantos sobres encantada y se lo agradecí cuando me los entregó, cerré la puerta y cuando fui a mirar el primero de ellos en mi rostro se formó una de las sonrisas más tontas que tenía. Aquel sobre era de Chris y sin pensármelo lo abrí para ver que era, lo leí repetidas veces y aún seguía sin creérmelo, eran dos billetes de avión para ir a Quito y hacer escala allí hasta llegar a Loja. Inmediatamente salí de casa hacía la de Chris, llamé y por su pelo alborotado y que solo llevaba sus pantalones cortos de chándal supuse que estaba recién despierto.
— ¿¡Te he dicho que eres demasiado hermoso!? Y lo digo en todos los sentidos
Dejé el sobre con los billetes en el mueble que tenía a la entrada, me acerqué a él pasando mis brazos por su cuello y enredé mis manos en su corta melena. Mientras yo depositaba mil besos en sus labios él me pegaba a su cuerpo, agarrándome de la cintura y apenas me dejaba coger aire para volver a tener una respiración normal.
— Me encanta despertar así y oírte decir eso
— Lo haré siempre entoncesRobó un par de besos más de mi boca y desvió la mirada hacia el sobre que traía. Le observé riendo y regresó su atención a mí.
— ¿Te gustó?
— ¿¡Estás hablando en serio!? Llevo queriendo ir hace mil siglos. Claro que me gustó
— ¿Te quedas?
— Vine por algo nene
— Tampoco iba a dejarte ir
— Ahora sí. Buen día bonito
— Buen día chica bellaPor unos minutos más me quedé en la entrada junto a él, devorando sus labios y admirando su hermoso cuerpo de recién levantado. Agarré su muñeca y tiré de él hacia la cocina, tenía hambre y esa costumbre me la había pegado él por comer a todas horas.
— ¿Qué quieres desayunar?
— No señorita. Hoy cocino yoCHRISTOPHER P.O.V.
Paula iba camino a por las cosas del desayuno pero agarré suavemente su mano y la pegué a mi cuerpo apoyándome en la encimera.
— Yo preparo el desayuno. Eres mi invitada
— Eres un bobito. Quiero ayudarte
— Solo quédate aquí
— Está bien belloBesó un par de veces mis labios y me giré para preparar un par de cafés y tostadas con zumo. Mientras esperaba a que se hiciera el pan sentí sus brazos rodear mi espalda desnuda, se abrazó a ella y su mejilla quedó reposada sobre mí. Reí al imaginar su rostro feliz y al terminar me giré viéndola sonreír tranquilamente. La separé unos centímetros de mi cuerpo y durante unos instantes estuvo observándome, besé su frente tiernamente y comenzamos a desayunar.
ESTÁS LEYENDO
Cartas a un desconocido [TERMINADA]
FanfictionUna chica apasionada de la fotografía y la escritura, acostumbrada a utilizar a los compañeros de la universidad como modelos para sus sesiones y a escribir todo lo que pasa por su mente en su tiempo libre, encontrará al que se convertirá en el mejo...