Carta Número 45

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DOMINGO, 15 DE ABRIL DE 2018.

PAULA P.O.V.

Desperté cerca de las diez de la mañana y abrí lentamente los ojos. Nada más hacerlo vi como el brazo de Chris rodeaba mi cintura y como su mano quedaba entrelazada a la mía, acaricié suavemente su piel y me quedé por unos minutos aferrándome a sus brazos. Intenté volver a dormir así, con él abrazándome, pero una vez que despertaba tardaba demasiado en volver a dormir. Me giré quedando frente a su rostro tranquilo y descansado y besé sus labios un par de veces antes de levantarme.

Mientras Chris seguía dormido fui hacia la cocina a preparar algo de desayuno, estaba indecisa por si preparar algo ligero o algo abundante pero luego recordé lo comilón que era mi chico lindo. Finalmente me decidí por hacer unas tortitas con fruta, café y zumo para ambos, así cogeríamos las fuerzas suficientes para disfrutar del día entero como si fueramos niños pequeños. Mientras preparaba las tortitas sentí como sus manos levantaban la camiseta negra suya que llevaba por pijama junto a unos leggins del mismo color. Acarició mi abdomen a la vez que dejaba intensos besos en mi cuello, así solo lograba hacerme cosquillas y hacerme estremecer ante su tacto.

Apagué torpemente el fuego y aparté lo que había sobre él girándome antes de que mi cuerpo terminase totalmente rendido a las caricias del señorito Vélez. Pasé mis brazos por su cabello entrelazando mis manos en la parte baja de él y acercándome a besarle.

— Buenos días bello
— Buen día linda. Me dejaste solito

Puso pucheritos y yo jamás podía resistirme a esa carita de bebé, menos aún si estaba recién despierto.

— No te dejé solito. Te vine a preparar el desayuno
— Entonces te perdono

Intenté girarme a terminar de preparar las cosas pero me agarró quedando de nuevo frente a él, juntando una vez más sus labios con los míos a la vez que recorría mi cuerpo con sus manos.

— Ya nene. Vamos a desayunar. Después seguimos
— Pero yo ya iba a desayunar...
— ¡Christopher!
— Está bien. Está bien. Lo dejaré para la cena
— Que bobo eres
— Pero solo tuyo. ¿Te ayudo?
— ¿Puedes preparar la fruta?
— Dale. Aunque tal vez no quede mucha
— ¡No te la comas antes!
— Pero tengo hambre nena
— Ven aquí

Me aferré una vez más a su boca, devorándola lentamente pero sin intención de terminar la guerra ahora. Al separarme robó unos cuantos besos de mis labios y terminamos de preparar todo el desayuno para los dos.

***

A medio día nos fuimos a un río cercano a comer y pasar el resto de la tarde allí. No pensamos en llevar picnic ni nada, simplemente un par de bocadillos con algo de fruta, bebida y unas cuantas cosas dulces para merendar. Nada más llegar a aquel lugar dejamos todo bajo un árbol a la sombra, nos quitamos la poca ropa que teníamos puesta y nos metimos al río.

El agua estaba helada y yo apenas me movía para entrar en calor. Sin esperarlo sentí como mi cuerpo terminaba de mojarse gracias a mi querido chico. Le lancé una mirada de odio por salpicarme entera y comencé a echarle agua sin piedad alguna hasta que me agarró y me juntó a su cuerpo.

— Te odio Christopher. Estaba helada
— Ya nena, pero entonces no te ibas a meter entera
— Agg me conoces demasiado bien
— Un poquito solo y por eso sé que ahora sigues teniendo frío
— Emm...
— Quédate así
— Gracias lindo
— Nada bella

Quedé abrazada a él y minutos después comenzamos a picarnos y a jugar en el agua. Extrañaría pasar tiempo con él cuando viajase a Miami. Cuando salimos del río nos sentamos en una de las pequeñas toallas de playa que habíamos cogido para sentarnos allí y para secarnos. Yo le robé la camiseta y él quedó con el traje de baño. Pasamos la tarde disfrutando de aquel lugar, parecía pleno verano y tan solo estábamos primavera.

CHRISTOPHER P.O.V.

Aproximadamente a las ocho de la tarde regresamos a la cabaña donde habíamos pasado estos días. Como una de nuestras costumbres favoritas cenaríamos pizza pero hoy pensé que tal vez podría ser casera. Paula sonrió como una nena con un juguete nuevo al escuchar mi idea, el único problema que ninguno de los dos teníamos mucha idea de cocinar. Aquel intento empezó bien pero no acabó de la misma forma.

Unos segundos después de empezar a preparar la pizza cogí un poco de harina y la puse sobre la nariz de Paula. Ella se guardó la venganza y cuando menos lo esperé mi cabello estaba blanco, vi cómo comenzó a correr y sin pensarlo la perseguí por todo el salón y la cocina. Finalmente la atrapé en el sofá y comencé a hacerle cosquillas, no paraba de reír a carcajadas y yo me contagiaba de aquello. Paré de torturarla y me acerqué a besar tiernamente sus labios, recosté su cuerpo en el sofá y comencé a quitarle la poca ropa que tenía y esta vez quería hacerlo lento, sin prisas y disfrutando de su cuerpo.

— Amo tenerte conmigo
— Te amo más nena

Besé sus labios mordiéndoselos y peleando con su lengua. Ella devoraba mi boca como si no hubiera un mañana y yo tan solo acariciaba cada rincón de su cuerpo. Terminé haciéndola mía en el sofá de aquella cabaña, la abracé con fuerza tapándonos con una manta que había en el salón y comencé a observar su mirada mientras perdía mis manos en su piel.

— ¿Nos podemos quedar aquí a dormir y mañana vamos directos a clase?
— Pero habrá que avisar a tus padres. Quedamos en que volveríamos en unas horas
— Yo les llamo. Mientras ve a por la pizza que se quedó sin hacer
— No tardo bella
— Te quiero chico lindo

Agarró mis mejillas y sentí como sus labios se pegaban a los míos durante repetidas veces. Le devolví aquel hermoso beso, fui rápidamente a por la pizza y cenamos viendo una película de comedia. Esta vez la puso ella ya que sabía que yo siempre pondría las de miedo. A mitad de película noté su mirada sobre mí, se la devolví y tan solo me dijo que hoy no tenía ninguna carta para mí. Por unos segundos su sonrisa cayó y me acerqué a susurrarla lentamente sobre sus labios.

— Hey. Nena, no necesito una carta cada día. Me basta con tenerte
— Mañana te la doy. Lo prometo
— Está bien, pero hoy te quiero feliz estando conmigo
— Mañana quiero hacer algo en la tarde. ¿Me acompañas?
— Claro nena. ¿Tú me dejas dormir contigo como un niño chiquito?
— Ven aquí lindo

Besó mis labios por última vez y yo me quedé depositando cortos besos en sus hombros y en su cuello, aferrándome a ella y apoyando mi cabeza en su pecho mientras sentía sus caricias en mi pelo. Susurré un «Buenas noches bella» sobre su estómago y caí rendido junto a ella.

***

Siete y media de la mañana y yo ya estaba en pie. Paula seguía dormida pero se veía tan tierna que no quería despertarla. Preparé un desayuno rápido y guardé en el coche todo lo que habíamos llevado para pasar estos días. Una vez estaba todo listo fui a despertarla, se arregló y media hora después pusimos rumbo a la universidad. Antes de llegar a nuestro destino pasamos por casa de ambos a coger lo necesario, nos juntamos con todos en el jardín que había a la entrada del campus y antes de separarme de Paula sonreí como tonto al ver que me entregaba un nuevo sobre. Sin duda lo leería nada más llegar a clase.

«¿Sabes algo chico lindo?

No sé que tienes pero siempre me haces sonreír. Es algo así como si en cada razón que buscase para ser mejor aparecieses tú.

Ayer me encantó una de las fotos que te hiciste, uno de tus típicos selfies en el cual te veías jodidamente hermoso. Así que hoy te imprimí esa imagen. No tengo mucho que decirte ya que lo conoces todo de mí, sin embargo voy a darte un gracias inmenso por este fin de semana a tu lado.

PD1. Hoy quiero hacer algo y necesito tu compañía para ir hasta dicho lugar
PD2. Hagamos de esta semana única. ¿Sí? Te veo después chico bello.

Atte. Tu chica bella.»

Sonreí al ver la foto que yo mismo me había hecho y guardé la carta antes de que el profesor me llamase la atención por no escucharle. Más tarde se lo agradecería.

▼Nueva carta bellas. Ya tan solo quedan 15 para el final y tengo ganas de enseñároslo. ¿Qué les pareció? ¿Qué piensan que hará Paula? Comenten porfa. Las quiero.▼

Cartas a un desconocido [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora