Creciente

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Habían pasado unas semanas, mi relación con Isabella era más sólida, pasábamos la mayor parte del tiempo juntas y cuando no lo estabamos, siempre nos manteniamos conversando por whatsapp. Lo único que nos faltaba era la propuesta que alguna se atreviera a pedirle a la otra ser novias y esa sería yo.

Ya era costumbre irnos juntas a casa y hoy nos ibamos a la mía a terminar un trabajo de ciencias. Llegamos y no había nadie, me pareció muy extraño que mamá no estuviera en casa así que le marqué pero no hubo respuesta de su parte, decidí dejar de insistir y me preocupe en hacer algo de comer.

- No tenía idea que fueras buena en la cocina - dijo

- No sólo en cocina - respondí maliciosamente.

De pronto sentí como rodeaba mi cintura con sus brazos, me giré para quedar frente a ella y me encontré con esos ojos negros, eran un sueño. Es que esa mirada me transportaba en el tiempo, me daba calma, en ella yo encontré mi universo. Sentí como sus suaves labios se posaron en los míos haciendo que saliera de la hipnosis que me causaba su mirada.

Terminamos de almorzar y nos dirigimos a mi habitación a terminar nuestra investigación. Pasaron algunas horas y estábamos hechas un desastre entre libros, cuadernos, lápices y hojas. Todo aquello estaba bastante desordenado.

No sabía como entrar en el tema del noviazgo así que decidí improvisar, tomé una hoja y en un momento de distracción le escribí un mensaje que decía "¿Quieres ser mi novia?" Con dos cuadritos que decían "¡Si!" o "¡No!", lo puse entre las hojas del trabajo y se lo entregué diciendo.

- Revisalo, no sé si le falte algo.

Ella comenzo a leer hoja por hoja, yo estaba nerviosa, tenía mis manos temblorosas, llegó a la página final y la expresión de su rostro era de total sorpresa, tomé una lapicera y le cuestione.

- Entonces ¿Quieres ser mi novia?

Se abalanzó sobre mí dejando pequeños besos en mi rostro, tomó la lapicera y marcó el "¡Si!". Tenía sus ojos cristalizados a causa de alguna lágrima que quería escaparse, dejó un tierno beso sobre mis labios, al separarse me miró fijamente y dijo:

- Te amo - dejando salir una enorme sonrisa

No pude resistirme y la besé nuevamente, esta vez fue un beso lento y profundo que nos dejo a ambas sin respiración. Al separarnos pose mis manos en sus mejillas y la traje hacía mí para dejar un beso en su frente, la miré y dije:

- Te amo.

La otra cara de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora