Cuarto Menguante

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Las semanas habían transcurrido, definitivamente no era la misma persona, estaba perdida en mi autodestrucción, mi mente me había manipulado de muchas maneras y ahora estaba aquí hundiendome en mi propia miseria. Cada día se hacía más eterno, más doloroso, el alcohol se había convertido en mi fiel compañero, las navajas en ese escape de mi cerebro.

Los que eran mis amigos, de ellos no volví a saber. Pero sinceramente me merecía esto, yo los había obligado a marcharse de la manera mas cobarde...

Y ella, Isabella, jamás volvió. Sólo me aferraba a viejos recuerdos a su lado y la felicidad que me brindó en aquellos días.

Prendí mi radio y deje que la música hiciera vibrar aquel lugar -aleatorio, siempre en aleatorio- me dije. Para mí es como jugar a la ruleta rusa, algunas canciones me ayudaban a despejar y otras eran un disparo directo al corazón. Presione el botón y comenzó a sonar «Car Radio - Twenty one pilots » definitivamente había sido un disparo.

«Somebody stole my car radio and now I just sit in silence»

Pero nadie había robado mi radio, yo la había lanzado desde la ventanilla con el auto rodando, yo sabía que este se iba a estrellar e iba a salvar lo que me dio felicidad aquellos últimos días.

Ahora me veo obligada a lidiar con lo que siento y me quema, coño. Como poner mi mano sobre la hornilla de la cocina, la mayoría del tiempo estoy en silencio pero es un silencio violento, entre más callada esté más ruido hay en mi cabeza, tengo estos pensamientos tan a menudo, ya no hay distracción para enmascarar lo real. Sólo queda enfrentarme a él diariamente, hasta que me mate o gane la batalla. Lo que suceda primero.

La otra cara de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora