Creciente

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Luego de un intenso día de colegio nos fuimos a casa a almorzar, había estado llamando a mi madre para informarle que iba a invitar a Isa pero no contestó.

Al llegar nos encontramos la puerta medio abierta, la situación me pareció demasiado extraña así que entre en silencio, hubiera dado lo que fuera por no entrar y encontrarme con aquel ser desagradable, era mi padre, estaba en casa. Al verlo instantáneamente entré en un estado de pánico mezclado con ira, no sé que estaba haciendo aquí, no lo quería cerca de mí , recordé que Isa estaba conmigo y la saqué de la casa.

- Amor ve a tu casa, yo tengo que arreglar esta situación y no quiero que estés aquí - le dije.

Se sorprendió con mi petición y no dudo en preguntar

-¿Qué está pasando, quién es ese hombre?

- Mira, te prometo que te explicó más tarde, por ahora ve - me dio un abrazó y me pidió que la llamara por la noche, la vi alejarse y entré a casa.

Mi madre tenía cara de preocupación y ese hombre, él estaba como si nada hubiera pasado, mi ira explotó y le pedí que se fuera.

- Aquí no eres bien recibido, así que recoje tus porquerías y vete - le dije

Se levantó y se puso enfrente de mí, me di cuenta que tenía el mismo olor a alcohol y sentí asco.

- ¿Es esa la manera de recibir a tu padre? - se abalanzó sobre mi intentando abrazarme, cosa que mi mamá no permitió, me quede estática, todo se volvió bastante denso, mi respiración agitada, todo me daba vueltas, sentía una presión en el pecho y de repente todo se puso negro.

Desperté horas después en el hospital, la primera persona que vi al abrir los ojos fue a mí mamá, detrás de ella estaba mi novia, mis ojos se llenaron de lágrimas al verla, enseguida se acercaron a mí. Mi madre se sentó a mi lado y tomo mi mano, Isa se quedó de pie frente a la cama mirándome, tenía nostalgia en sus ojos, se veía que estaba sufriendo por verme aquí. Levanté mi mano pidiéndole que se acercará y así lo hizo, muy lentamente tomó mi mano y dejó un beso en ella, mi madre se puso de pie y dijo:

- Regreso en un momento - y salió de la habitación.

Isa tomó su lugar y se sentó a mi lado, mis ojos se cristalizaron y como pude le pedí un abrazó. Sentí como recostaba su cabeza en mi pecho con delicadeza, cerré mis ojos y respire profundo dejando que su olor impregnara mi ser.

-¿Cómo estás? - me preguntó mientas se levantaba.

-Siempre qué esté contigo voy a estar bien - sonreí intentando disimular mi sentimiento.

Dejó un corto beso en mis labios y me abrazó nuevamente, no pude resistirme y comencé a llorar. Ella no dijo nada, sólo me abrazó, comprendió que en ese momento sólo necesitaba su silencio.

La otra cara de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora