Cuarto Menguante

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Llegamos a casa, Isabella me ayudó a subir hasta mi habitación y me recosto en la cama. Sebastián y Camila estuvieron un rato en casa acompañandome, mi madre entró a la habitación en un par de ocasiones pero no tuvo el valor de verme a la cara, tampoco quería hablarle, no mientras estuvieran los chicos en la casa.

Ellos intentaban sacarme alguna que otra risa con sus historias y chistes, yo estaba en completo silencio, hasta que decidí entrar a ducharme.

Mi baño estaba perfectamente limpio y ordenado, imagino que mi madre había tenido que limpiarlo luego del accidente. La última imagen que tengo de este lugar es mi vómito esparcido al rededor, imaginé que luego debió mezclarse con la sangre así que tuvo que limpiarlo. Entré al agua, era difícil bañarse sin que el agua tocara la zona del golpe, no podía lavarme el cabello y ya eso era bastante engorroso. Dejé que el agua  corriera por mi cuerpo intentando relajarme un poco después de estos últimos dos días.

Estaba saliendo de la ducha cuando escuché la voz de Sebastián - No está bien, no será fácil y seguramente vendrán días peores - me seque un poco y escuché atentamente la conversación que estaban teniendo.

Tenemos que apoyarla y sobre todo no dejarla sola, la última vez...

¿QUÉ? - dijo Isa desesperada

Ella intentó hacerse daño - concluyó Camila

Llevé mi vista hacía mis brazos y ahí estaban, lo recuerdo claramente. El miedo, la presión, el desespero, sentirme asfixiada, según yo, no había otra solución y... bueno solo actúe.

No puedo permitirme eso - dijo Isabella, con una voz quebrada apunto de llorar.

Salí del baño para interrumpir aquella reunión, los chicos se me quedaron viendo, Sebastián amplió una gran sonrisa un poco nerviosa quizás notó que los había escuchado. No dije ni una sola palabra, volví a entrar en la cama y cerré mis ojos. Obviamente no iba a dormir pero no quería ver la lástima que reflejaban sus miradas.

Salieron de la habitación dejándome sola o eso pensé hasta que sentí su olor demasiado cerca, posó sus labios sobre los míos, primero fue muy leve, después presionó un poco más. Abrí mis ojos para encontrarme con los suyos, se acomodó el cabello detrás de la oreja y volvió a besarme, esta vez más largo y profundo.

- Voy a casa pero mañana regreso, no estás sola, yo voy a estar contigo siempre - dejó un pequeño beso sobre mi frente y se despidió.

La otra cara de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora