Narra Isabella.
Jamás voy a olvidar aquella llamada, sentí que esa noche un pedazo de mi alma se iba contigo, me reproche tantas veces no haber hecho más. Lloré y lloré, jamás en la vida había llorado tanto. Sentía dentro de mí como me apretaban el corazón de vez en cuando, no tuve el valor para verte hasta que estabas a punto de irte para siempre, quise ser fuerte pero no pude y me quebre ahí frente a todos.
Sebastián era de los que más dolor reflejaba, se notaba que estaba por echarse al piso, de hecho lo hizo. Camila, ella estaba perdida en sus propios pensamientos, no parpadeaba, no lloraba, no se movía, simplemente estaba ahí. Y tu madre, ella estaba destrozada. No fue fácil para ninguno de nosotros darnos cuenta que habias perdido la batalla y que no pudimos hacer nada para tenerte más tiempo con nosotros.
Yo no había tenido el valor para leer tu nota, los demás lo habían hecho, Sebastián, Camila, tu madre, todos ya leyeron lo que tenías que decirles excepto yo, pero esta noche he decidido que es hora de hacerlo, después de dos semanas.
Me senté sobre mi cama y respire profundamente, sentía mis manos temblorosas y algo sudadas, aquella carta podía decir cualquier cosa y me daba miedo su contenido, pero era consciente de que debía abrir aquel sobre para darle un final a aquella situación.
Me armé de valor y comencé a leer.
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La otra cara de la luna
Teen FictionSomos responsables de decir si venir a la vida o irnos en el primer respiro.